12 de mayo de 2020

Adivinanza filosófica: mensaje de Pericles


Pericles. No he podido evitar acordarme de él. Así lo llamaban en el Instituto. Fue un estudiante melillense, con vocación de militar, quien le puso el apodo, a aquel muchacho de Casabermeja que destacaba en el dominio del latín y en otras asignaturas, especialmente las de letras. Aun así se acomodó al nombre del mandatario heleno. Todo el mundo le auguraba un gran futuro, pero, según me enteré, entró a trabajar como albañil. Nunca volví a tener noticias de él, por eso estoy seguro de que no puede ser quien se esconde detrás de ese pseudónimo utilizado por el remitente que me ha trasladado los parágrafos, a modo de adivinanza, transcritos a continuación:

“… sino que, tras destronar a muchos otros, se establece en el carro del Estado, perfeccionando la transformación del líder en tirano.

…/…
¿No pasa que durante los primeros días y el primer momento sonríe y saluda a todo aquel que encuentra, dice no ser tirano, promete muchas cosas en privado y público, libera de deudas y reparte tierras entre el pueblo y los de su séquito, y trata de pasar por tener modales amables y suaves con todos?
…/…

Pero cuando se reconcilia con algunos de sus enemigos de fuera, mientras que a otros los extermina, y que por ese lado tiene tranquilidad, pienso que promueve ante todo algunas guerras, para que el pueblo tenga necesidad de un conductor”.

Mientras que la primera adivinanza era bastante fácil de resolver, al poder acudir directamente a las principales fuentes estadísticas de los datos proporcionados, esta otra es mucho más ardua, al menos si renunciamos a buscar las frases en la inagotable y caótica biblioteca de los internautas. Prefiero esperar a que alguien tenga a bien aportar alguna pista. De todas formas, dejaré alguna nota al pequeño comendador, en demanda de auxilio. La última vez que lo sorprendí estaba hojeando precisamente mi colección de obras de filósofos. Sin cruzar palabra, dejó sobre la mesa un volumen dedicado a Popper y, como siempre, se escabulló sin dejar rastro.

Entradas más vistas del Blog