20 de abril de 2020

Público vs privado: la importancia de los conceptos

Las cuestiones relativas al funcionamiento económico del sector público y del sector privado han levantado desde siempre grandes pasiones. No sólo entre los economistas. Las controversias se ven a menudo distorsionadas por la ambigüedad o los escollos conceptuales, que dan lugar a equívocos o confusiones interpretativas. No sólo entre el común de los ciudadanos. Definir las coordenadas es vital para que pueda darse un debate ordenado y sobre unas bases de conocimiento compartido. He aquí algunos de los aspectos requeridos a tal efecto:
               i.         Delimitación de sectores: desde un punto de visto jurídico, un ente pertenece al sector público si es controlado por una Administración pública. Las cuentas económicas nacionales combinan el anterior con otro criterio. Así, dentro de las Administraciones públicas se incluyen empresas (con control público) que se financian mayoritariamente con fondos públicos. En cambio, las empresas públicas que cubren sus costes mediante un precio de mercado se incluyen en el sector empresarial.
              ii.         El reparto de funciones: el sistema de contabilidad nacional nos da una idea clara del papel de cada sector. Las Administraciones públicas tienen como misión producir bienes y servicios destinados, de forma generalmente gratuita, a la comunidad, además de redistribuir la renta y la riqueza nacionales. A su vez, las empresas tienen como misión producir bienes y servicios destinados a su venta en el mercado. Ambas son funciones plenamente legítimas y absolutamente necesarias en cualquier economía. 
             iii.         Rasgo distintivo del sector público: radica en su exclusivo poder de coacción sobre la voluntad de los particulares, lo que, entre otras cosas, le permite financiarse con pagos coactivos procedentes de familias y empresas. El Boletín Oficial del Estado es un arma bastante poderosa.
             iv.         La respuesta a los problemas económicos básicos (qué producir, cómo producir y para quién producir): según cómo se organice una sociedad, será la autoridad quien impone esas decisiones, o bien la voluntad de los individuos. Hoy día, la mayoría de las economías son mixtas. Hay personas que prefieren que todas las decisiones sean adoptadas por los poderes públicos e impuestas de manera general, y otras que prefieren tener una cierta capacidad de elección.
              v.         Clasificación de los bienes y servicios: desde un punto de vista técnico, los bienes y servicios pueden ser individuales (afectan a una sola persona) o colectivos (afectan simultáneamente a un conjunto de personas o, incluso, a toda la población). Esta distinción fundamental no debe confundirse con la distinción entre los bienes y servicios públicos y privados. Los primeros son los que son sufragados por el Estado; los segundos, por agentes privados. En ambos casos, con independencia de sus características técnicas.
             vi.         Distinción entre financiación y producción: si hay un bien o servicio que deba contar con financiación pública, su producción puede llevarse a cabo por una entidad pública o por una empresa privada. Hay múltiples ejemplos, como el de los servicios sanitarios de los funcionarios, que tienen la opción de recibirlos de un centro público o de compañías privadas.
            vii.         Distintas visiones de la naturaleza del Estado: el Estado es objeto de sacralización por parte de quienes lo ven como un ente abstracto omnipotente, benevolente e infalible; en contraposición, hay quienes consideran que sus decisiones son adoptadas por personas concretas (políticos sujetos a elección y funcionarios) que no siempre están movidos por motivaciones altruistas, y que el sector público -no solo el mercado- puede incurrir en importantes fallos en sus actuaciones. 

          viii.         La relación entre sectores: durante bastante tiempo, los sectores público y privado se han visto como instancias enfrentadas e incompatibles. Se trata de una visión trasnochada y alejada de la dinámica de los problemas económicos y sociales. La multiplicidad y la complejidad de estos requieren ineludiblemente el establecimiento de fórmulas de cooperación entre ambos sectores

(Artículo publicado en el diario “Sur”, con fecha 21 de abril de 2020)

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