17 de febrero de 2020

La vivienda en propiedad, ¿un error garrafal?


En la portada de un reciente número de The Economist aparece una extraña casa acompañada del siguiente título: “El terrible error de la vivienda”. Al visualizar la imagen, es inevitable recordar aquella otra portada de la misma revista, de marzo de 2002, en la que se proclamaba: “Las viviendas que salvaron al mundo”. ¡Cómo han cambiado los tiempos!

En los países occidentales desarrollados, muchos son los retos relacionados con la vivienda. La situación es heterogénea, pero hay un rasgo común: en las últimas décadas, el número de viviendas no ha crecido a un ritmo acompasado para atender las necesidades de las nuevas generaciones. A raíz de ello, el “socialismo millennial” se expande.

El diagnóstico realizado por The Economist es simple. El panorama actual es producto de unas inapropiadas políticas públicas aplicadas desde mediados de los años cincuenta del pasado siglo, entre las que destaca el empeño en promover la vivienda en propiedad. El foco del problema está localizado en la falta de suficientes alojamientos, como consecuencia de unas regulaciones demasiado limitativas. La tasa de construcción (nuevas unidades residenciales por persona) en el mundo rico es hoy día la mitad de la de 1960. Ante una demanda creciente y una oferta restringida, el resultado son unos elevados precios de los inmuebles y de sus alquileres.

Hasta la mitad del siglo veinte, el precio de la vivienda se mantuvo con una apreciable estabilidad, y desde entonces, en promedio, ha venido creciendo de manera sostenida. Diversos factores explican esa tendencia, como el hecho de que la velocidad del transporte ha continuado mejorando pero más lentamente, y la expansión de los préstamos hipotecarios. Pero, según The Economist, la regulación del suelo es la causa principal de los elevados precios.

El mal funcionamiento del mercado tiene repercusiones por el lado de la oferta y por el de la demanda. Las restricciones existentes hacen que los trabajadores no puedan desplazarse a los lugares donde serían más productivos, lo que conlleva importantes pérdidas de PIB. Y la necesidad de hacer frente a la carga financiera de los préstamos hipotecarios origina que las familias gasten menos en otros capítulos, lo que deprime el crecimiento económico.

El régimen de tenencia en propiedad sigue teniendo una gran relevancia en diversos países. En España llega al 76% de las familias, por encima de Francia (62%) y Alemania (44%). Actualmente parece asistirse a una etapa de retroceso de dicho régimen. Puede que esa tendencia venga explicada por las preferencias de los jóvenes por tener escasas ataduras físicas, o por ensayar alternativas como la del “co-living”, pero, sin duda, los factores económicos representan un freno muy potente.

Ante los precios alcanzados por los alquileres, algunos países han recurrido a la fórmula de su control. Para The Economist, esta es una vía desacertada, al disuadir las inversiones en nueva construcción. En su lugar, recomienda esquemas de ampliación de los períodos de alquiler. Para abordar la situación de las personas con menos recursos, la alternativa aconsejada es lograr que la oferta pueda responder adecuadamente a los incrementos de la demanda.

Y, finalmente, aboga por un programa de actuaciones públicas en una triple vertiente, con el fin de convertir la vivienda en una fuerza para la estabilidad social y económica: sistemas de transporte coherentes, un marco de planeamiento flexible, y una apropiada regulación fiscal y financiera.

Si, hace algún tiempo, la vivienda fue la que salvó al mundo de una recesión económica, y luego estuvo a punto de tumbar el sistema de mercado, en los próximos años se verá si puede auxiliar al inicuo capitalismo o, por el contrario, allanará el terreno para la instauración de otros sistemas, algunos de los cuales han acreditado históricamente su eficacia en facetas como las de control de la movilidad individual y de asignación selectiva, según criterios distintos a los del mercado, de fastuosas moradas.

(Artículo publicado en el diario “Sur”, con fecha 16 de febrero de 2020)

Entradas más vistas del Blog