Dos
son los criterios tradicionales para clasificar los sistemas económicos: el
primero atiende a la forma en la que se organiza la asignación de los recursos,
a través del mercado, o de la autoridad; el segundo, a la naturaleza de la
propiedad de los medios de producción, que puede ser privada (capitalismo), o
pública (socialismo). Por supuesto, los cambios económicos registrados a lo
largo de la últimas décadas, con la incorporación de nuevos paradigmas, invitan
a la toma en consideración de otros criterios, pero los dos mencionados siguen
siendo una referencia clave.
La
combinación de ambos permite delimitar las cuatro conocidas categorías polares:
i) mercado-propiedad privada: capitalismo puro; ii) autoridad-propiedad
privada: economía capitalista de dirección central; iii) mercado-propiedad
pública: economía socialista de mercado; iv) autoridad-propiedad pública:
economía socialista de planificación central.
Como
tales, se configuran cuatro compartimentos aparentemente compactos, pero en
realidad describen los cuatro vértices de un cuadrado cuyos lados reflejan el
grado de cumplimiento de cada una de las variables tomadas como referencia. La
coordinación de las decisiones económicas a través del mercado o de la
autoridad, al igual que la propiedad de los medios de producción, no son
cuestiones absolutas, sino que admiten un recorrido en un sentido o en otro.
Así
las cosas, nos encontramos con el espacio descrito en los términos que se
recogen en el gráfico adjunto.
A
priori, es todo un desafío ubicar a un país como China, regido durante décadas
por un férreo partido comunista y que a partir de la última parte del siglo
veinte ha venido afrontando importante reformas económicas. ¿Dónde debemos
colocar China dentro del espacio “mercado/autoridad-capitalismo/socialismo”
representado gráficamente?