16 de agosto de 2018

El Brexit en el horizonte: un panorama incierto e inquietante

Mediados de agosto parece ofrecer una buena oportunidad para reflexionar en torno a los grandes acontecimientos que aguardan en la convulsa hoja de ruta del Brexit hasta la fecha de salida del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE), prevista para el 29 de marzo de 2019. Así se afirma en el flash diario (BrexitSpokes Flash) que, sistemáticamente desde hace ya más de dos años, elabora afanosamente un gabinete especializado.

Quizás movido por ese espíritu “ferragosteño”, en los últimos días he conversado al respecto con algunas personas (españolas), preocupadas por los problemas que aquejan a la UE. Todas ellas se mostraban convencidas de que, en última instancia, no se producirá el abandono británico del club europeo, bien porque se llevará a cabo un nuevo referéndum, que permitirá revocar holgadamente la decisión adoptada en junio de 2016, bien porque, mediante alguna fórmula imaginativa, no llegará a materializarse a efectos prácticos.

Sin embargo, en el referido flash se da por hecho que la salida acaecerá en la fecha estipulada, por lo que se centra en los eventos previstos en los próximos siete meses, entre ellos, la Cumbre de la UE de mediados de octubre de 2018 y la “votación significativa” que habrá de celebrarse en el Parlamento británico sobre el acuerdo de desvinculación. Eso sí, se admite que, en uno y otro caso, cabe esperar buenos partidos de ‘ping-pong’.

No obstante, no es menos cierto que existe un movimiento que propugna la celebración de un nuevo referéndum. De hecho, según un sondeo (Sky Data poll), un 50% de los británicos (frente a un 40%) son partidarios de una nueva consulta, si bien la pregunta formulada planteaba tres opciones de voto: el acuerdo sugerido por el gobierno, ningún acuerdo, o permanencia en la UE.

Wolfgang Münchau publicó en el Financial Times, a finales del pasado mes de julio, un artículo con un título bastante significativo: “Las esperanzas proeuropeístas de evitar el Brexit son un espejismo”. Para este influyente columnista, la esencia de los plebiscitos en una democracia parlamentaria ha de llevar a plantear cuestiones binarias, no tres opciones como en el caso mencionado. Es cierto que los “hard remainers” prefieren la disyuntiva “aceptación de un acuerdo vs. permanencia en la UE”, pero esto, según él, privaría a los electores de la opción de abandonar la UE sin acuerdo.

En su opinión, un segundo referéndum sería posible, pero requeriría de una precisa cadena de acontecimientos. Lo mínimo necesario para que la UE permitiese una extensión del plazo sería la celebración de unas elecciones en el RU, que fuesen ganadas por un partido o una coalición comprometidos con el mantenimiento en la UE, o que prometieran un nuevo referéndum. En tal supuesto, la opción de preservación de la membresía europea debería triunfar. Sin embargo, considera que esa cadena de “improbables eventos” se rompería en el primer eslabón. Lo más probable es que se llegara a un acuerdo “soft”.

También la revista The Economist se ha ocupado recientemente del asunto. En un artículo del número de fecha 21 de julio de 2018, de manera bastante enrevesada se expone “The case for a second referendum”. De las tres opciones consideradas (desvinculación sin acuerdo, elección de un nuevo Parlamento que aborde la tarea, y segundo referéndum), las tres con problemas, sostiene que la del nuevo referéndum sería la menos mala. Propone que las alternativas sean la continuidad en la UE y el plan que surja de las negociaciones con la Comisión Europea. “Pero no nos quepa duda, un referéndum es un remedio desesperado… Incluso como último recurso, un referéndum dejaría a Gran Bretaña dividida e insatisfecha”.

Uno de mis contertulios se mostraba dispuesto ayer a apostar fuerte por que, finalmente, Reino Unido no saldrá de la UE. A la vista de las fuerzas contrapuestas que están en acción, yo no me atrevería a asegurar nada. Únicamente estoy convencido de que, si nadie lo remedia, aunque sea con algún último recurso inopinado que salga de alguna chistera, el proyecto europeo sufrirá una herida, una grave herida de pronóstico reservado.

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