El Premio Nobel de Economía de 2017 ha sido otorgado al economista estadounidense Richard Thaler, en reconocimiento de sus valiosas aportaciones para el análisis de los problemas económicos, como principal exponente de la Economía del Comportamiento o Psicología Económica. En este mismo blog se recoge un breve artículo en el que se reseñan sus principales contribuciones. Una de ellas es la identificación de la importancia que tiene la denominada “arquitectura de la elección”, el marco dentro del que una elección se lleva a cabo, sobre el resultado de esta.
En un artículo publicado en el mes de agosto de 2016 en el diario Financial Times, que aparece con un título bastante significativo (“Britain pays the price for a badly designed Brexit choice”), analiza las características del marco de elección relativo al Brexit. Merece la pena detenerse en su contenido, sumamente esclarecedor en relación con la salida del Reino Unido de la Unión Europea y también para otros procesos de similar naturaleza.
Inicialmente el profesor Thaler pone el foco en dos graves problemas de diseño de las normas constitutivas de la Unión Europea: i) No haber previsto que la situación de algunos países miembros podría complicarse en distintos apartados económicos o financieros y que, en consecuencia, deberían haberse establecido con antelación mecanismos activables para paliar los perjuicios; ii) No haber considerado originariamente la posibilidad de que un país quisiera abandonar el club, cuestión que se demoró hasta el año 2009 con la incorporación del artículo 50 del Tratado de la Unión Europea.
Richard Thaler, después de señalar que muy pocos Estados tienen previsiones para abandonar la unión a la que pertenecen, y de evocar la experiencia de la guerra civil norteamericana en ese contexto, destaca que “Aunque el Artículo 50 fue creado para determinar qué ocurre en el caso de una ruptura, dista de ser un acuerdo prenupcial completo. En vez de establecer los términos bajo los que un país puede retirarse, solo prescribe un proceso”, un proceso de negociación. Efectivamente, dicho artículo se limita a señalar que “… la Unión negociará y celebrará con ese Estado un acuerdo que establecerá la forma de su retirada, teniendo en cuenta el marco de sus relaciones futuras con la Unión…”.
En opinión de Thaler, la fijación de unas reglas tan vagas ha tenido importantes consecuencias no intencionadas: i) de un lado, permitió a los partidarios del Brexit ofrecer a los votantes una esperanza no fundada de que podrían negociar un estatus similar al de Noruega, con algunas modificaciones sobre las reglas relativas a la libre circulación de las personas; ii) de otro, ha dado lugar a un largo período de incertidumbre para el Reino Unido y para la Unión Europea.
Asimismo considera que un mejor diseño del proceso tendría que haber explicitado con carácter previo todos los detalles a fin de poder evaluar sobre unas bases sólidas los pros y los contras de la pertenencia a la Unión Europea.
Por último, el Premio Nobel estadounidense no elude pronunciarse sobre una cuestión fuertemente controvertida, el recurso a la democracia directa frente a la democracia representativa. Al respecto se decanta por una regla general: “cuanto más complicada es una decisión, menos deseable es un referéndum. Y es difícil pensar en una decisión más compleja para plantear a los votantes que la de Europa”.
El artículo del profesor Thaler, aunque ciertamente clarificador, nos deja, sin embargo, con algunas dudas: ¿cómo de compleja será la cuestión “España” a tales efectos? En el texto no se menciona el nombre de nuestro país (sí el de Grecia), pero contiene indicios altamente reveladores.
En un artículo publicado en el mes de agosto de 2016 en el diario Financial Times, que aparece con un título bastante significativo (“Britain pays the price for a badly designed Brexit choice”), analiza las características del marco de elección relativo al Brexit. Merece la pena detenerse en su contenido, sumamente esclarecedor en relación con la salida del Reino Unido de la Unión Europea y también para otros procesos de similar naturaleza.
Inicialmente el profesor Thaler pone el foco en dos graves problemas de diseño de las normas constitutivas de la Unión Europea: i) No haber previsto que la situación de algunos países miembros podría complicarse en distintos apartados económicos o financieros y que, en consecuencia, deberían haberse establecido con antelación mecanismos activables para paliar los perjuicios; ii) No haber considerado originariamente la posibilidad de que un país quisiera abandonar el club, cuestión que se demoró hasta el año 2009 con la incorporación del artículo 50 del Tratado de la Unión Europea.
Richard Thaler, después de señalar que muy pocos Estados tienen previsiones para abandonar la unión a la que pertenecen, y de evocar la experiencia de la guerra civil norteamericana en ese contexto, destaca que “Aunque el Artículo 50 fue creado para determinar qué ocurre en el caso de una ruptura, dista de ser un acuerdo prenupcial completo. En vez de establecer los términos bajo los que un país puede retirarse, solo prescribe un proceso”, un proceso de negociación. Efectivamente, dicho artículo se limita a señalar que “… la Unión negociará y celebrará con ese Estado un acuerdo que establecerá la forma de su retirada, teniendo en cuenta el marco de sus relaciones futuras con la Unión…”.
En opinión de Thaler, la fijación de unas reglas tan vagas ha tenido importantes consecuencias no intencionadas: i) de un lado, permitió a los partidarios del Brexit ofrecer a los votantes una esperanza no fundada de que podrían negociar un estatus similar al de Noruega, con algunas modificaciones sobre las reglas relativas a la libre circulación de las personas; ii) de otro, ha dado lugar a un largo período de incertidumbre para el Reino Unido y para la Unión Europea.
Asimismo considera que un mejor diseño del proceso tendría que haber explicitado con carácter previo todos los detalles a fin de poder evaluar sobre unas bases sólidas los pros y los contras de la pertenencia a la Unión Europea.
Por último, el Premio Nobel estadounidense no elude pronunciarse sobre una cuestión fuertemente controvertida, el recurso a la democracia directa frente a la democracia representativa. Al respecto se decanta por una regla general: “cuanto más complicada es una decisión, menos deseable es un referéndum. Y es difícil pensar en una decisión más compleja para plantear a los votantes que la de Europa”.
El artículo del profesor Thaler, aunque ciertamente clarificador, nos deja, sin embargo, con algunas dudas: ¿cómo de compleja será la cuestión “España” a tales efectos? En el texto no se menciona el nombre de nuestro país (sí el de Grecia), pero contiene indicios altamente reveladores.