La
revista The Economist declara que no suele abogar por que haya un mayor sector
público, rasgo que algunos de sus lectores, a tenor de su posicionamiento
efectivo sobre ciertas cuestiones, ponen en duda. En cambio, igualmente proclama
que respalda plenamente que haya más entidades en el ámbito del sector público.
En definitiva, no más gobierno, pero sí más gobiernos.
Tal
vez esa visión esté inspirada en la idea, auspiciada por destacados teóricos de
la public choice, de que la descentralización fiscal pudiera actuar como
freno de la expansión del sector público; podría, en la práctica, servir de
contención del Leviatán. De hecho, se conoce como hipótesis del
Leviatán la proposición que sostiene esa conexión.
En
la obra “The power to tax”, Brennan y Buchanan ponían de relieve que “la
intrusión total del gobierno en la economía debe será menor, ceteris paribus,
cuanto mayor sea el alcance con que los impuestos y los gastos estén
descentralizados, más homogéneas sean las unidades independientes, menores las
jurisdicciones, y menores las rentas netas por localización”.
El
tamaño y la estructura territorial del sector público no es algo trivial en
ningún país; mucho menos puede serlo en uno cuya población sea de 1.400
millones de habitantes. La Constitución de India declara el país como una “unión
de estados”. Actualmente, estos son 28, y emplean a más personas que el
gobierno central y los gobiernos locales en su conjunto. Sin embargo, afrontan
dos problemas[1]:
uno es que las megaciudades carecen de autonomía; el otro, que muchos estados
son demasiado grandes. El más grande, Uttar Pradesh, concentra 240 millones de
personas, esto es, 5 veces la población de España, o 743 veces la de la comunidad
autónoma española menos poblada.
Según
The Economist, “una mayor autonomía local crea un mecanismo alternativo para la
reforma mediante el impulso de la flexibilidad, la rendición de cuentas, la experimentación
y la competencia”. En lugar de devolver poder desde los estados a los gobiernos
locales, plantea como solución otorgar autonomía a las megaciudades y crear más
estados. The Economist admite que la descentralización presenta una serie de inconvenientes,
pero estos quedarían superados por los beneficios de una mejor administración,
un gobierno más sensible, mejores servicios y unas economías con un
crecimiento.
A
pesar de la ostensible diferencia de dimensiones, la experiencia autonómica española
quizás puede aportar lecciones valiosas para el proceso descentralizador en
India.