14 de enero de 2024

¿Razones para ser optimistas en 2024?

 

“Una perspectiva global pesimista”. Así resume el Foro Económico Mundial el panorama que se vislumbra para el año 2024, a partir de los pronósticos emitidos por un selecto grupo de casi 1.500 expertos globales procedentes de la academia, el mundo empresarial, la esfera gubernamental, la comunidad internacional y la sociedad civil. El informe correspondiente revela un mundo “acosado por un dúo de peligrosas crisis: clima y conflicto”. Estas amenazas encuentran como telón de fondo un cambio tecnológico acelerado y una incertidumbre económica.

No obstante, una voz que habitualmente no destaca por insuflar ánimos excesivos, la de Guillian Tett, considera que la élite de Davos tiene un profundo sesgo psicológico hacia el pesimismo (“Reasons to be optimistic in 2024”, Financial Times, 12-1-2024). Incluso llega a plantear un decálogo de cuestiones cuya respuesta invita, según ella, al optimismo para el año recién inaugurado:

1.      Avances científicos en el campo de las energías renovables.

2.      Aceleración de la investigación en ciencias biológicas, impulsada por las aplicaciones de la inteligencia artificial (IA).

3.      Posibilidad de acceso a información, por primera vez, por parte de millones de personas, gracias a la extensión de los teléfonos inteligentes.

4.      Iniciativa conjunta de Estados Unidos y China, en las Naciones Unidas, para regular los riesgos de la IA.

5.      Posibilidad de que los bancos centrales puedan implementar aún políticas de restricción cuantitativa sin alimentar una crisis financiera este año.

6.      A pesar de que los niveles de deuda son alarmantes, esto no ha desencadenado aún una crisis de deuda soberana en el mundo desarrollado.

7.      La inflación podría seguir cayendo a medida que las perturbaciones de la cadena de suministros se atenúan, o, más exactamente, las compañías se ajustan a un mundo donde tienen que mejorar su gestión.

8.      Las ansiedades sobre la democracia podrían hacer que votantes previamente complacientes luchen finalmente por preservar los valores liberales: “Polonia muestra que la deriva hacia la autocracia no es inevitable”.

9.      Las preocupaciones sobre los riesgos económicos del proteccionismo podrían empujar a China y a Estados Unidos a dar apoyo a los lazos comerciales.

10.   Los tiranos que siembran hoy el caos no son eternos: “Ni siquiera Vladimir Putin es inmortal”.

¿Es esta lista inverosímil?, se pregunta la articulista británica, que dice que “[es] una periodista y está entrenada para ser cínica, y los peligros identificados por el WEF [Foro Económico Mundial] son reales. Pero Pollyanna-ista o no, [ella] urgiría a añadir una sección de ‘riesgos positivos’ al cuestionario del año próximo”.

Sin perjuicio de que quepa añadir algunas dudas en el incierto y peligroso panorama que se vislumbra para el año 2024, sí parece claro que algunos de los argumentos esgrimidos reflejan, cuando menos, una cierta dosis del síndrome del pollyannismo, ya patente incluso al incorporar la perspectiva histórica subyacente a determinadas manifestaciones. Hay hechos contrastados y constatados que no están sujetos a contingencias probabilísticas.






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