“Una perspectiva global pesimista”. Así resume el Foro
Económico Mundial el panorama que se vislumbra para el año 2024, a partir de
los pronósticos emitidos por un selecto grupo de casi 1.500 expertos globales
procedentes de la academia, el mundo empresarial, la esfera gubernamental, la
comunidad internacional y la sociedad civil. El informe correspondiente revela un
mundo “acosado por un dúo de peligrosas crisis: clima y conflicto”. Estas
amenazas encuentran como telón de fondo un cambio tecnológico acelerado y una
incertidumbre económica.
No obstante, una voz que habitualmente no destaca por
insuflar ánimos excesivos, la de Guillian Tett, considera que la élite de Davos
tiene un profundo sesgo psicológico hacia el pesimismo (“Reasons to be optimistic
in 2024”, Financial Times, 12-1-2024). Incluso llega a plantear un decálogo de
cuestiones cuya respuesta invita, según ella, al optimismo para el año recién inaugurado:
1. Avances científicos en el campo de
las energías renovables.
2. Aceleración de la investigación en ciencias
biológicas, impulsada por las aplicaciones de la inteligencia artificial (IA).
3. Posibilidad de acceso a información,
por primera vez, por parte de millones de personas, gracias a la extensión de
los teléfonos inteligentes.
4. Iniciativa conjunta de Estados Unidos
y China, en las Naciones Unidas, para regular los riesgos de la IA.
5. Posibilidad de que los bancos centrales
puedan implementar aún políticas de restricción cuantitativa sin alimentar una
crisis financiera este año.
6. A pesar de que los niveles de deuda
son alarmantes, esto no ha desencadenado aún una crisis de deuda soberana en el
mundo desarrollado.
7. La inflación podría seguir cayendo a
medida que las perturbaciones de la cadena de suministros se atenúan, o, más
exactamente, las compañías se ajustan a un mundo donde tienen que mejorar su
gestión.
8. Las ansiedades sobre la democracia
podrían hacer que votantes previamente complacientes luchen finalmente por preservar
los valores liberales: “Polonia muestra que la deriva hacia la autocracia no es
inevitable”.
9. Las preocupaciones sobre los riesgos económicos
del proteccionismo podrían empujar a China y a Estados Unidos a dar apoyo a los
lazos comerciales.
10. Los tiranos que siembran hoy el caos
no son eternos: “Ni siquiera Vladimir Putin es inmortal”.
¿Es esta lista inverosímil?, se
pregunta la articulista británica, que dice que “[es] una periodista y está entrenada
para ser cínica, y los peligros identificados por el WEF [Foro Económico Mundial]
son reales. Pero Pollyanna-ista o no, [ella] urgiría a añadir una sección de ‘riesgos
positivos’ al cuestionario del año próximo”.
Sin perjuicio de que quepa añadir
algunas dudas en el incierto y peligroso panorama que se vislumbra para el año
2024, sí parece claro que algunos de los argumentos esgrimidos reflejan, cuando
menos, una cierta dosis del síndrome del pollyannismo, ya patente incluso al
incorporar la perspectiva histórica subyacente a determinadas manifestaciones.
Hay hechos contrastados y constatados que no están sujetos a contingencias
probabilísticas.