1 de enero de 2024

¿ODS en la cuerda floja?

 

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por las Naciones Unidas se han convertido en una especie de catecismo universal que, como referencia programática, ha calado en todo el mundo. Ya sea por convicción, adhesión, seguidismo o respaldo de la oficialidad institucional, lo cierto es que los ODS han alcanzado un estatus ecuménico sin apenas sufrir el desgaste de consideraciones críticas o escépticas. Después de todo, ¿quién puede estar en desacuerdo con una colección de tan encomiables propósitos?

Por todo ello, encontrar artículo con un título como éste, “El porqué de que los ODS sean una mala idea”, escrito, además, por un experto en el ámbito del desarrollo económico, como David Pilling (Financial Times, 30-12-2023), no puede, en principio, sino interpretarse como una mera provocación estilística.

Sin embargo, esa percepción comienza a debilitarse a medida que nos adentramos en el contenido del texto. Quizás influido por un informe de progreso de las Naciones Unidas en cuyo título se anticipa el riesgo de incumplimiento (“A promise in peril: SDG progress at midpoint”, 18 de septiembre de 2023), Pilling proclama abiertamente que “La dura verdad es que los ODS estaban condenados al fracaso desde el principio. Un vistazo superficial a los 17 objetivos te dice por qué. El primer objetivo es ‘poner fin a la pobreza en todas sus formas en todas partes’, una ambición loable, sin duda, pero que debemos saber en secreto que es una exageración”.

Para Pilling, el problema, más que en la ambición de las metas, radica en la complejidad. Algunos objetivos -añade- son contradictorios, algo no demasiado infrecuente en el terreno de la política económica.

De otro lado, constata que “los ODS son una lista de deseos para el mundo”, y recoge la opinión de un especialista en planificación estratégica, Richard Rumelt, quien recuerda que una lista de resultados deseables no es una estrategia: “las estrategias implican aislar el punto crucial de un problema y encontrar la mejor forma de abordarlo”. Acaba su repaso Pilling señalando que “los objetivos de desarrollo sostenible priorizan todo. En el mundo real, esto equivale a priorizar nada”.

Alguien, no sin razón, podría considerar que éste sería un momento oportuno para rememorar un refrán español recurrentemente aplicable a distintas situaciones: “A buenas horas, mangas verdes”.



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