El año 2023, antes de expirar, se
llevó consigo a algunas figuras destacadas del mundo de la Economía. El
profesor Rodríguez Braun suele hacer cada año un balance con un conocido título
de evocaciones históricas: “A veces veo economistas muertos”.
Entre ese grupo se incluye un
personaje que no destacó en el plano académico, pero que sí desempeñó un papel
clave en la conducción de la política económica de la Unión Europea en los
momentos más delicados vividos con motivo de la crisis de la Eurozona acaecida
en el período 2009-2011. Lo hizo, no como mandatario de la Unión Europea, sino
desde una posición nacional muy influyente, la de ministro de finanzas de
Alemania. No se granjeó Wolfgang Schäuble grandes amistades ni despertó entusiasmos
populares. No en vano fue uno de los más estrictos defensores de la disciplina
fiscal y de la ortodoxia presupuestaria.
El político germano se basaba en
un principio fundamental, el de la sostenibilidad de la deuda a largo plazo.
Realmente, no se oponía per se al recurso al endeudamiento público, siempre que
se partiera de la premisa de que toda deuda debe ser adecuadamente atendida.
Afectado por una parálisis de
cintura para abajo, su imagen sobre una silla de ruedas fue un elemento habitual,
durante bastantes años, en las cumbres europeas. Esa singularidad, provocada
por el disparo recibido durante una campaña electoral en el año 1990, no fue
nunca un impedimento para el desempeño de sus responsabilidades ni el ejercicio
de su influencia. Se limitaba a decir lo siguiente: “No puedo cambiar lo que
sucedió, pero mientras viva, viviré”[1].