2 de noviembre de 2023

El nuevo Estado autoprotector

 

Tradicionalmente, la teoría de la Hacienda Pública ha establecido la fundamentación del sector público en la economía a fin de alcanzar una adecuada asignación de los recursos. En el marco de una economía de mercado, al Estado, además de algunas funciones consideradas esenciales (orden público, defensa, justicia e infraestructuras), se le atribuye el papel corrector de situaciones en las que se presente algún fallo del mercado. Así, la teoría ofrece un respaldo para la aplicación de impuestos para corregir los efectos externos negativos, y de subsidios para estimular la oferta o el consumo de bienes con efectos externos positivos. De esta manera, dicho enfoque normativo sostiene que el Estado actúe decididamente para promover el bienestar social. Ya sea de forma directa o indirecta, sin forzar comportamientos, simplemente corrigiendo los precios del mercado, cuando adolecen de precisión informativa, se benefician los integrantes de la sociedad. El Estado protector vela por el bien de los ciudadanos.

En algunos casos, yendo más allá de la aplicación de costes o de estímulos, se entra en un plano más coercitivo, imponiendo ciertas conductas o el consumo de bienes y servicios que, supuestamente, benefician a los individuos, incluso aunque éstos no sean conscientes de ello. El caso de los denominados bienes preferentes, teñidos -desde una perspectiva liberal- de connotaciones paternalistas, refleja un arquetipo de este tipo de actuaciones.

El sector público tiende a intervenir cada vez más y a invadir la esfera de la autonomía personal. Hábitos y prácticas considerados no saludables o recomendables están en el punto de mira. Puede que, en esa orientación, el Estado esté impelido por un impulso paternalista reforzado, pero esa línea de actuación responde también a otras motivaciones. El Estado aplica distintas medidas inhibitorias o desestimulantes no para proteger a las personas, sino, más bien, para protegerse a sí mismo. Determinados comportamientos no sólo pueden perjudicar a quienes los llevan a cabo, sino que pueden alimentar necesidades de gasto público que sea incapaz de asumir. Como señala The Economist en un reciente artículo (“The new nanny state”, 14-10-2023), lo que ha cambiado desde que irrumpió el Estado benefactor es “que los políticos ahora ven el Estado protector como una necesidad más que como un atributo positivo. El antiguo Estado protector era paternalista, protegiendo a la gente de sí misma. En el nuevo Estado protector, la política económica va orientada a proteger al Estado de la gente”.

Entradas más vistas del Blog