2 de agosto de 2023

El dinero no lo compra todo

 

“… Al ver Simón que por la imposición de manos de los apóstoles se confería el Espíritu, les ofreció dinero… Pero Pedro le dijo: ‘¡Vaya tu dinero contigo a la perdición, pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero!”.

La fuerza del dinero ha penetrado en todos los intersticios de la sociedad. Tanto que cada vez es más difícil encontrar algún hueco que no esté dominado por un interés crematístico. Y, cuando este está ausente en su manifestación material y tangible, aparecen otros sucedáneos, a veces no menos poderosos.

Los aspectos no pecuniarios pueden ser importantes sustitutos o complementos del dinero. Como se señalaba aquí recientemente, todo depende del marco de preferencias individuales y de dónde se ubique cada persona en el espacio delimitado por las variables “interés personal-interés social” y “gratuidad-retribución”.

El libro “Hechos de los Apóstoles” nos insinúa otro espacio, delimitado a partir de otros criterios: “tangibilidad-intangibilidad de los bienes” y “accesibilidad-no accesibilidad mediante precios objetivos”. Pedro deja bien claro que, respecto a ciertos dones supremos, el espacio efectivo de referencia queda restringido a un solo punto, tal como el D. Este punto representa una situación con un mercado inexistente, en la que el demandante queda completamente a merced de una voluntad superior… “¡Qué insondable sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!”.



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