Las finanzas constituyen una tecnología virtual que, sin necesidad del concurso de maquinaria pesada, altera los límites del tiempo. Como una especie de máquina transformadora, es capaz de llevar el presente al futuro, o de acercar el mañana al hoy. La apariencia física ha ido variando, así como el soporte, los registros y el numerario, pero la esencia que subyace en las transacciones ha permanecido inmutable. Desde épocas inmemoriales, cuando las operaciones se registraban en tablas de arcilla, hasta la era del blockchain. La evolución de pueblos y civilizaciones ha estado condicionada por el alcance que ha ido adquiriendo esa peculiar tecnología. Sin ella difícilmente se habrían ido abriendo nuevos horizontes económicos ni expandiendo la base económica que ha sustentado el avance de la sociedad. El sistema económico ha sido altamente dependiente del sistema financiero. Éste ha sido una pieza esencial, pero también, en no pocas ocasiones, la enorme fuerza que acumula se ha desatado y ha castigado duramente el curso de la actividad económica, ocasionando dramáticas consecuencias sociales.
La historia
política, económica y social, la historia, sin más, de cualquier país no puede
ser adecuadamente explicada si se prescinde de la vertiente financiera. España
no es ninguna excepción al respecto. Hay numerosos relatos de lo que, a lo
largo de los siglos, ha acontecido en el solar patrio. En esas aproximaciones
históricas tiende a prevalecer un enfoque generalista, con contadas alusiones
al plano financiero o, alternativamente, se pone el foco en el ámbito
financiero, acompañándolo de acotaciones o contextualizaciones generales. No
resulta fácil encontrar un equilibrio adecuado entre ambas perspectivas, dentro
de los límites de un texto académico de dimensiones ordinarias.
Cuando
abordamos “El dinero es un velo. La historia de las leyes bancarias en España”
(Funcas, Marcial Pons, 2023), obra de Antonio Romero Mora, percibimos
inicialmente que se centra de forma específica en la evolución del sistema
financiero en España desde sus primeros compases en la Alta Edad Media. La obra
se atiene a un exhaustivo repaso siguiendo una estricta cronología, y responde
plenamente a su propósito. Sin embargo, cuando el lector va avanzando en las
páginas, que superan el medio millar, se ve envuelto en una cierta confusión y,
en ocasiones, no sabe si realmente está ante un texto de historia que se
adentra de manera especial en la vertiente de las finanzas. La estructura, la sistematización
y la riqueza en matices de esa aproximación al marco histórico en el que se
inscribe la actividad financiera nos llevan a esa sensación.
En ambas
esferas, general y monográfica, el lector se encuentra con una conjunción de
atributos cuya valoración se acrecienta al tomar conciencia de que el estudio
ha sido elaborado extramuros del mundo académico. El rigor, la minuciosidad, la
consistencia, la erudición, la exhaustividad y la coherencia son algunos de
esos rasgos, los cuales se manifiestan desde las primeras páginas y se
mantienen en el conjunto de la obra. El conocimiento de la trayectoria
profesional del autor, que ha desempeñado y desempeña puestos técnicos y de
alta responsabilidad dentro del sistema financiero ayuda a explicar parte de
esas características, pero al mismo tiempo eleva, si cabe, la apreciación del
mérito implícito en la elaboración de un tratado de tales categoría, calidad y
utilidad.
“El dinero
es un velo” ofrece un detallado relato de cómo se ha forjado el sistema
financiero español, siguiendo pormenorizadamente el rastro de las disposiciones
legales que han jalonado su evolución. Pero, lejos de limitarse a un registro
cronológico de la amalgama de normas de diverso origen y rango, las referencias
legislativas se integran armónicamente en el contexto histórico económico y
político. La interacción entre estos tres planos es una constante en el
desarrollo expositivo de las seis partes (Era preindustrial, Época del
liberalismo, Restauración, Segunda República y Guerra Civil, Dictadura, y
España democrática), articuladas en un total de catorce capítulos, en las que
se estructura la obra. En cada uno de esos capítulos se describe, con un amplio
soporte documental, cómo la presencia del sistema financiero ha sido un factor
clave para el curso de la actividad económica del país y su distribución
geográfica, y cómo ha sido un condicionante de primer orden de los
acontecimientos políticos, tanto interna como externamente.
De manera
particular, queda patente cómo las condiciones del terreno de juego
establecidas por un prolijo ramillete de normas jurídicas dictadas a lo largo
del tiempo han determinado el alcance, la magnitud y la incidencia de las
operaciones financieras. La legislación bancaria, como es presumible, ha ido
ampliando su radio de influencia e intensificando su grado de sofisticación.
Sin embargo, algunas de las pautas y principios que marcan los esquemas
normativos más avanzados son identificados por el autor en preceptos o
prácticas arbitradas, en algunos casos, hace siglos. Tal es el caso de algunas
de las exigencias asociadas al oficio de banquero, como la honorabilidad
profesional, o la vigilancia de los conflictos de intereses. Son, así, diversos
los puentes que, a lo largo del recorrido expositivo, el autor encuentra entre
el pasado y el presente. El desencadenamiento de un efecto crowding-out
a raíz de las continuas emisiones de juros es otro de ellos.
El texto
está lleno de alicientes no sólo para aquellas personas interesadas en cómo se
ha ido configurando nuestro sistema financiero a lo largo de los siglos, sino
también para aquellas otras que deseen complementar una visión general del
curso de los acontecimientos históricos con un foco sobre el papel de las
finanzas. Así, a partir de un ritmo vibrante y sostenido, pausado con un
abundante despliegue de acotaciones, detalles y reflexiones, el texto nos
sumerge en escenarios cambiantes que se van sucediendo sin solución de
continuidad.
Aparecen así
ante nosotros los cambistas como primigenios proveedores de servicios
financieros, tempranas normas bancarias surgen ya en el siglo XI, conocemos
cuál fue la primera letra de cambio que se utilizó, el rey Alfonso XI de
Castilla da inicio a la vía de utilización de la banca para solucionar los
problemas de la hacienda pública. A comienzos del siglo XV, la Taula de Canvi i
de Comuns Dipòsits disputa el honor de ser el primer banco de Europa, el
reinado de los Reyes Católicos conoce una proliferación de normas reguladoras
del sistema financiero, las crisis de deuda soberana afloran luego en la época
imperial. El Banco de San Carlos se convierte en el primer banco moderno de
España, precedido por la experiencia de los montes de piedad y los pósitos, el
Banco de San Fernando se crea luego para atender las necesidades financieras
del Estado. Arrancan las cajas de ahorros con inspiraciones ilustradas, meritorias
aportaciones doctrinales destacan el rol de la buena gobernanza y el papel de
los recursos del capital bancario, distintas escuelas de pensamiento discrepan
sobre el monopolio bancario, las normas reguladoras reflejan el signo
ideológico de los gobiernos.
El sistema
financiero va cambiando acusadamente al hilo de las grandes etapas de nuestra
historia contemporánea, la ley de bases de 1962 marca un hito, y más recientemente,
la triple transición política, económica y exterior introduce cambios
sustanciales. La gran crisis financiera internacional de 2007-2009 muestra su
lado amargo con un enorme impacto en la escena financiera hispana, la Unión
Bancaria Europea inaugura posteriormente su curso, aún no culminado, y una ola
de adaptaciones al calor de la transformación abre horizontes de perfiles
difusos. Todo eso y mucho más lo encontramos plasmado en esta contribución excepcional,
de magnífica factura, escrita de manera impecable.
Aparte de
curiosidades y de episodios singulares, la obra da cumplida cuenta de cómo los
monarcas y los gobiernos de uno u otro signo han instrumentalizado el sistema
financiero para la satisfacción de sus necesidades. Asistimos también a cómo se
ha ido produciendo la diversificación institucional e instrumental de los
agentes integrantes de dicho sistema. La larga gestación del Banco de España
como banco central, así como el nacimiento y la evolución de los intermediarios
financieros más relevantes -bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito-
reciben una atención especial, acorde con su importancia. A este respecto,
resulta ilustrativo constatar el arduo y controvertido camino que llevó a la
declaración del monopolio de la emisión de billetes y a la adquisición de la
condición de entidad pública por el Banco de España, que no llegó hasta la
tardía fecha de 1962. Igualmente es aleccionador comprobar cómo muchos de los
debates y de las prácticas seguidas tienen lugar antes de que, en determinadas
cuestiones, se dispusiera del asentamiento doctrinal hoy vigente. La
correlación existente entre la evolución del sistema financiero y el desarrollo
de los medios de pago es otro de los aspectos puestos de relieve.
Finaliza el
texto el autor propugnando la incorporación de la perspectiva histórica al
estudio de las finanzas. Se trata de una consideración más que coherente y
oportuna. Más allá del interés intrínseco por el conocimiento del curso seguido
por un componente tan importante del sistema económico, en los registros
históricos encontramos múltiples episodios que son fuente de inspiración y
aprendizaje. A través de esa incursión histórica podemos constatar cómo los
instrumentos financieros han ido ganando en sofisticación, pero, en el fondo,
la raíz de los problemas financieros permanece inalterable. Todo gira en torno
a la gestión del riesgo inherente a la utilización de la referida máquina del
tiempo. Y, en el caso de los intermediarios financieros, la clave sigue estando
en la toma de conciencia de que la actividad consiste en administrar fielmente
el dinero de otras personas.
El olvido de
estos principios básicos puede derivarse de una inoportuna “confusión de
confusiones”. Para tratar de evitar caer en ella, la lectura de una obra como
“El dinero es un velo” es de extraordinaria utilidad. Proclama Antonio Romero,
en su “Exposición de motivos”, que “los tecnicismos del dinero pueden
desvelarse con facilidad”. Puede que sea así, pero su libro, que logra
holgadamente su propósito, es, a todas luces, fruto de un gran esfuerzo. Y podría
decirse que encaja con toda justicia en la selecta categoría de las que merecen
exhibir el rótulo de “aclaración de aclaraciones”.
(Artículo publicado
en el blog de Funcas)