27 de mayo de 2023

Ni siquiera el capitalismo cretáceo se libra de la controversia

 

Los brazos del capitalismo son muy alargados, pero no tanto como para retrotraerse a la era cretácea. Pero eso no impide, naturalmente, que ese para muchos voraz monstruo extienda también sus fauces para atrapar lo que queda de las criaturas que habitaron el planeta en aquella remota época. Las grandes fortunas se han lanzado a la adquisición de los esqueletos de dinosaurios. En 2020, los restos de un Tyrannosaurus Rex fueron vendidos en una subasta pública por la cifra de 31,8 millones de dólares, según recoge The Economist (“Cretaceous capitalism”, 20-5-2023). De acuerdo con la misma fuente, se han encendido las alarmas entre los paleontólogos, que temen que los museos y otras instituciones científicas queden expulsadas de un mercado a la medida de individuos que se reservarán en exclusiva los preciados hallazgos fósiles.

No obstante, el mencionado semanario, haciendo gala de su no siempre perceptible espíritu anclado en el liberalismo (europeo), considera que el antagonismo de los científicos hacia el comercio de fósiles está mal orientado. A su entender, un mercado de fósiles pujante puede llevar a que haya más descubrimientos que pueden beneficiar a la ciencia y al público. Ahora bien, no puede perderse de vista que, mientras que en Estados Unidos los fósiles que se descubran pertenecen al propietario del terreno y pueden ser comercializados legalmente, en muchos otros países los fósiles rescatados pasan a ser propiedad del Estado.



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