Después de la fallida experiencia
del mini (mini) Budget de Lizz Truss y de su también fugaz Exchequer,
el panorama fiscal en Reino Unido ha cambiado considerablemente. Se ha entrado,
de hecho, en una fase de consenso económico forjado en torno a un Estado más
intervencionista y una mayor carga impositiva. Tanto es así que, según señala
Robert Shrimsley, lo que una vez eran titulares de la política laborista ahora
forman parte del programa de los toris, de los conservadores[1].
Un nuevo vocablo ha emergido en el debate político: “Consocialist”.
No obstante, pese a la convergencia
actual, Shrimsley advierte acerca de algunas diferencias. Así, mientras que “los
conservadores se ven atrapados en un momento de un gran sector público… en
contraste, los laboristas ven el Estado como un primer instinto en vez de como
un último recurso”.
En cualquier caso, los movimientos
pendulares sobre el nivel de la fiscalidad afectan a las formaciones políticas de
uno y otro del espectro. Posiblemente, uno pueda tener más propensión que el
otro, pero, haciendo un repaso histórico, ninguno de los dos tiene el monopolio
ni de las subidas ni de las bajadas impositivas. No sólo en la vertiente práctica,
también en el plano argumental.
Para el caso de España, aunque
de momento no haya necesidad, debido a las patentes divergencias, habría que ir
buscando una alternativa a “consocialist” que fuera más expresiva e ilustrativa.
[1]
Vid. “A hefty shock awaits those who see little difference between Starmer and
Sunak”, Financial Times, 22-3-2023.