Aprovechó Vito Tanzi el
enclaustramiento impuesto por la pandemia del coronavirus para reflexionar
sobre el futuro de la humanidad[1].
De su atinada reflexión surge un panorama inquietante, plagado de potenciales eventos
terribles que pueden causar estragos de manera indiscriminada. Han ocurrido ya
muchos a lo largo de la historia y llegarán muchos más.
La sociedad suele tratar de
protegerse ante situaciones de riesgo, ante el posible acaecimiento de
contingencias sujetas a una probabilidad que puede estimarse mediante técnicas estadísticas.
Sin embargo, cuando se trata de un contexto de incertidumbre, en el que no es
posible atribuir ninguna probabilidad, los gobiernos, las empresas y las
familias se inhiben, bajan la guardia e ignoran lo que está por venir.
No se sabe qué, ni cuándo, ni cómo,
pero llegará algún desastre, y luego otro. Vivimos, según esta tesis, en una
ficción, pretendiendo obviar situaciones de dolor y sufrimiento. Tal vez sea un
mecanismo de defensa, o, lisa y llanamente, una insensatez. Aunque no es fácil prepararse
para lo desconocido, hay una clara inexistencia de pautas, tanto en el plano
teórico como en el real de los gobiernos y las empresas.
La simple lectura de las catástrofes
reseñadas por Tanzi produce escalofríos, hasta tal punto de que puede invitar a
una posición de derrotismo anticipado. Pero su análisis es clarificador y
oportuno, una invitación directa a la activación del arsenal teórico de la
intervención del sector público en la economía, y a la adopción de estrategias
por los agentes políticos y económicos con mayor capacidad de actuación.
Aparte de otros elementos más tangibles y mensurables, los eventos inciertos, como una suerte de plagas bíblicas, traerán
penas en abundancia. Sin embargo, nada nos podrá privar ya de este nuevo amanecer
con el que el año 2023 ha iniciado su andadura.
[1]
V. Tanzi, “Fragile futures. The uncertain
economics of disasters, pandemics, and climate change”, Cambridge University Press,
2022.