Un
inversor procedente del planeta Zog llega a la tierra, y se encuentra con la
sorpresa de que, en los sistemas tributarios terrícolas, se aplica un impuesto
que grava las compañías. El alienígena se queda estupefacto, ya que no entiende
esa -para él- absurda situación.
Ese
hipotético episodio sería esperable según la apreciación de Stuart Kirk, para
quien “el único tipo de gravamen lógico del impuesto sobre sociedades es cero”[1].
El argumento es el típico que utilizan los economistas, o, al menos, una buena
parte de estos: “Lo que los políticos de todo el mundo no son capaces de
entender es que las compañías no existen como tales – no son más que una serie
de intercambios entre cuatro grupos de humanos: empleados, clientes, proveedores
e inversores. Las compañías no generan impuestos. Solo los individuos pueden hacerlo.
Así, cuando los gobiernos elevan la carga sobre las empresas, ¿qué ocurre? Bien
se reduce el rendimiento a los inversores en la forma de menores dividendos o
de apreciación del capital.. O bien una compañía puede aumentar los precios que
pagan los clientes por sus bienes o servicios. O paga menos a los proveedores
-meramente trasladando la carga sobre sus empleados, inversores y proveedores.
O los salarios pueden ser reducidos, o los empleados despedidos”. El concepto
de incidencia impositiva (económica) planea claramente sobre este razonamiento.
Kirk
concluye que, aunque los inversores se pueden ver afectados negativamente por el
tributo, en la práctica no tienen que preocuparse por la tasa de rendimiento. “¿Por
qué los impuestos sobre sociedades no parecen preocupar a los inversores?”, se
pregunta. “En parte, porque los empleados y los clientes comparten la carga”,
apunta. Adicionalmente, hay que tener presente que muchas sociedades son propensas
a prácticas de elusión fiscal y, lo que es más importante, hay determinantes de
los rendimientos de las compañías más relevantes que los impuestos: el crecimiento
económico, la competencia, el cambio tecnológico, la estrategia, y los precios
de los factores.
No
se sabe en qué medida una extraterrestre asumiría razonamientos basados en la
incidencia de la imposición, pero sí parece más evidente que tales razonamientos
tienen escasa incidencia en la visión impositiva de los gobernantes y de los no gobernantes.
[1] “Corporate tax should be zero but
investors shouldn’t worry about it”, Financial Times, enero 2023.