La figura de Thomas Sowell
destaca en el firmamento de los economistas estadounidenses por la amplitud
de su visión metodológica para abordar una multiplicidad de cuestiones
económicas sin sometimiento a ningún tipo de corsé. Hace unos años, Dean Kalahar
preparó una recopilación de sus contribuciones sobre una gran variedad de temas:
“The best of Thomas Sowell” (AΩ Publications,
2014). A pesar del carácter sumamente sintético de las referencias, el
repertorio presenta una considerable utilidad como guía para orientarse dentro
la vasta producción del profesor norteamericano.
En la rúbrica concerniente a los
impuestos (op. cit., págs. 187-188) se recoge un argumento con sabor lafferiano.
Concretamente, Sowell analiza una reducción de los tipos de gravamen del IRPF
aplicada en los años 20 del siglo pasado. La rebaja no fue menor, desde el 73%
(para personas con renta anual superior a $100.000) hasta el 24%. La medida no
sólo se tradujo en un sustancial aumento de la recaudación, sino que elevó
asimismo la participación de los perceptores de mayores rentas dentro de la
recaudación total. Para Sowell, “la respuesta es simple: los individuos se
comportan diferentemente cuando los tipos son altos en comparación con lo que
hacen cuando son bajos. Con tipos bajos, retiran su dinero de los refugios
fiscales y lo ponen a trabajar en la economía, beneficiándose a sí mismos, a la
economía, y al gobierno…”.