¿Cuál es el nivel formativo de
los estudiantes universitarios? ¿Es superior o inferior al existente hace
algunas décadas? ¿Se observan algunas tendencias? Son estas preguntas típicas
entre los docentes universitarios, preguntas que se repiten cada año. También,
en el curso de los últimos años, ha aumentado el uso de indicadores de
rendimiento académico. Dentro de estos, la mejora de los porcentajes de
aprobados tiende a interpretarse como un resultado positivo. Sin embargo,
normalmente, la utilización de este tipo de indicadores no va ligada a la
información sobre la evolución de los estándares académicos requeridos, como
tampoco a la apreciación de la posición relativa de estos en un contexto
internacional.
Las calificaciones obtenidas en
el terreno universitario dependen de numerosos factores endógenos a la
institución correspondiente, así como de otros imputables a los demandantes de
la enseñanza. Como puede observarse en la figura adjunta, el porcentaje de
aprobados, que apenas excedía del 70 % a principios de los años 1990, se ha
situado en el 96% treinta años más tarde. Las pruebas de selectividad no son,
en la práctica, demasiado selectivas, y su incidencia real concierne a la
elección de titulaciones. Como consecuencia de ello, sostiene Benito Gurruñada,
“es de esperar que la formación con la que entran los estudiantes en la
universidad haya disminuido notablemente, tanto por el efecto directo de que
aprueban más estudiantes como por el indirecto de que tenderán a presentarse a
las pruebas estudiantes que en otro caso hubieran desistido, y ello incluso sin
considerar la probable degradación tanto de las propias pruebas como de la
formación media de los candidatos”[1].
Sin embargo, podría darse también
la circunstancia de que, en el período analizado, los estudiantes han llegado
con un mayor nivel de preparación. Difícil es extraer una conclusión inequívoca
a partir de la evolución de un solo dato, aunque este pueda ser, en principio,
bastante significativo. En cualquier caso, el componente formativo en el umbral
de la institución universitaria es un elemento crucial como condicionante del
impacto del proceso formativo en el ámbito de la enseñanza terciaria.