7 de agosto de 2022

La propuesta de Fukuyama para salvar el liberalismo

 La crisis vivida recientemente por el liberalismo ha dado pie a la aparición de numerosos análisis sobre sus causas y las posibles vías de solución. Uno de ellos es el de Francis Fukuyama (“Liberalism and its discontents”, 2022), para quien el liberalismo se enfrenta a una severa amenaza en todo el mundo. Dadas las diferentes interpretaciones del significado de liberalismo, es ineludible concretarlo inicialmente. Para Fukuyama, se trata de una doctrina que defiende la limitación de los poderes gubernamentales a través de constituciones y leyes, y la creación de instituciones que defiendan los derechos de los individuos.

Asistimos, según él, a una “recesión o incluso depresión democrática”, y “el liberalismo se ha visto desafiado en los últimos años no sólo por los populistas de derechas, sino también por una renovada izquierda progresista”. El descontento proviene de la forma en la que el liberalismo ha evolucionado en las dos últimas generaciones, decantándose hacia el “neoliberalismo”, que ha aumentado la desigualdad económica y desatado crisis financieras devastadoras. Aunque desde los dos lados del espectro político se pretende cambiar el sistema, Fukuyama considera que la respuesta al descontento no es abandonar el liberalismo, sino moderarlo.

Incide en tres justificaciones esenciales para las sociedades liberales que se han manifestado a lo largo de la historia: i) pragmática: el liberalismo es una buena alternativa para regular la violencia y permitir que distintas poblaciones puedan vivir pacíficamente; ii) moral: protege la dignidad humana básica; y iii) económica: favorece el crecimiento económico. El liberalismo ha tenido que pugnar históricamente con dos tendencias respecto a las que ha mostrado una clara superioridad, el nacionalismo y el comunismo, pero también se ha visto condicionado por deficiencias propias. Principalmente, porque sus principios nucleares se han visto desplazados hacia los extremos, la aparición de enormes desigualdades, por un lado; la política de identidad, por otro.

Una proposición válida, como es la mayor eficiencia que proporcionan los mercados, ha ido evolucionando hacia una especie de religión. Asimismo, la idea de la responsabilidad personal ha sido empujada hacia un extremo por los neoliberales. Sin embargo, el liberalismo adecuadamente entendido es compatible con una amplia gama de protecciones sociales provistas por el Estado. Cuestiona también Fukuyama la entronización del bienestar del consumidor como medida última del bienestar.

Por lo que concierne a la autonomía individual, ésta ha derivado hacia la moderna política de identidad, cuya expansión ha tenido lugar en el ámbito filosófico y en el político. En un contexto de extraordinarios desarrollos tecnológicos, la libertad de expresión se ve seriamente amenazada.

Son muchas las críticas que pueden hacerse legítimamente a las sociedades liberales, pero Fukuyama invita a plantearnos la siguiente pregunta: ¿Qué principio y qué forma de gobierno superiores deberían reemplazar al liberalismo? Si éste ha de preservarse, necesitamos entender las causas del desencanto. En su opinión, ambos lados del arco político tienen problemas en aceptar la diversidad que existe actualmente en la sociedad.

Tras su diagnóstico, propugna un conjunto de principios para recomponer las sociedades liberales. Entre estos se incluye su apelación a la calidad del gobierno, que debe prestar servicios eficaces con un funcionariado con adecuada formación y vocación de servicio público. También aboga por no limitarse a la consideración del producto interior bruto (PIB) como indicador de la actuación económica de un país, así como por un federalismo que asigne el poder a los niveles de gobierno más apropiados.

En otras vertientes, hace hincapié en la necesidad de proteger la libertad de expresión, el respeto de una zona de privacidad personal, y la primacía de los derechos individuales frente a los derechos de los grupos culturales. Recuperar el sentido de la moderación, tanto individual como comunitariamente, es la clave que propone, no tanto para la recuperación, sino para la propia supervivencia del liberalismo.

(Artículo publicado en el diario “Sur”)

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