La historia
milenaria de China acumula un extenso repertorio de hitos económicos y
financieros que causan verdadero asombro por su anticipación. También el
gigante asiático exhibe una vitola de eficacia en la consecución de los
objetivos gubernamentales, si hacemos abstracción de alguna significada etapa
caracterizada por una gran brecha entre las aspiraciones declaradas y los
logros efectivos.
Como señala W. N.
Goeztmann, en “Money changes everything. How finance made civilization possible”,
“dada su larga tradición de entendimiento del dinero como un medio de intercambio
e instrumento del estado, no es sorprendente que el papel moneda apareciera
primero en China”, ya en el siglo XIII.
¿Cómo es posible,
nos podríamos preguntar, que, de pronto, la gente, habituada a manejarse con
otras formas de dinero, llegara a aceptar ese nuevo instrumento sustentado en
un soporte tan precario, y sin ningún tipo de respaldo?
E. S. Prasad, en
su obra “The future of money”, nos aporta una pista bastante orientativa.
Cuando el gobierno de Kublai Khan, nieto de Genghis Khan y líder de la dinastía
Yuan, emitió los primeros billetes, lo hizo acompañándolos de un argumento
bastante convincente: habían de ser aceptados como pago de deudas, por cualquier
persona dentro de sus dominios… bajo pena de muerte.
A duras penas en
algunos casos, los billetes han sobrevivido a lo largo del tiempo, y ahora
afrontan decisivas batallas ante los nuevos instrumentos de pago. También se enfrentan a un viejo enemigo renacido, la inflación, arma mortífera capaz de
decretar la muerte incruenta del dinero, ya sea en formato de papel o
electrónico.