La expresión “activos
varados” (“stranded assets”) era bien conocida en diversas industrias desde
hace tiempo. Un activo varado es aquél que, como consecuencia del cambio tecnológico,
o por otras razones, queda obsoleto o inservible para fines productivos.
Piénsese en lo ocurrido con aparatos como máquinas de escribir, teletipos, o de
fax. Sin embargo, a partir del año 2015, el entonces gobernador del Banco de
Inglaterra, Mark Carney, aterrizó el concepto de manera específica al caso de
los activos vinculados a los hidrocarburos, que, como consecuencia de la transición
hacia una economía con bajo contenido de carbono, se verían afectados negativamente[1].
Inicialmente,
algunos representantes del sector energético mostraban cierto escepticismo
acerca del alcance efectivo que podría tener el varamiento de sus activos. Así,
por ejemplo, Ivan Glasenberg, CEO de Glencore, manifestaba que “Aunque los
problemas del cambio climático son parte del paisaje político, social y
regulatorio, no creemos que la realidad energética global respalde económicamente
medidas sobre el carbono que nos impidieran usar plenamente nuestras reservas
de combustibles fósiles”[2].
Ha pasado algo de
tiempo y puede comprobarse que los activos varados vinculados a la lucha contra
el cambio climático no son una mera hipótesis poco probable. Prueba fehaciente
de ello es que algunos grupos empresariales del sector energético europeo se
han dirigido a los gobiernos de sus respectivos países en demanda de ayuda
financiera. Y lo han hecho esgrimiendo un tratado internacional sobre energía,
concretamente el Energy Charter Treaty, que se remonta a los años noventa y que
pretendía ofrecer protección a los inversores que arriesgaban su dinero en
proyectos de los países que habían pertenecido al bloque soviético[3].
En términos
económicos, la perspectiva de un rescate de los proyectos de hidrocarburos conllevaría
el riesgo de desincentivar los pasos a dar, tanto por el mercado como por el
gobierno, para asegurar el tránsito a la descarbonización. Para avanzar en esta
línea, es preciso que los activos varados queden varados con todas sus consecuencias
y, por tanto, merece que sean dejados en la estacada. Como señala The Financial
Times[4],
es deseable que prevalezca la regla básica para la asignación de riesgos: asumir
riesgos a cambio de una elevada recompensa esperada. Pero, si los beneficios
han de ser privados, también deben serlo las pérdidas.
[1]
El concepto fue debatido en una conferencia celebrada en Oxford, en septiembre
de 2015, bajo los auspicios de la Smith School of Enterprise and the Environment.
Vid. N. Butler, “Climate change and the myth of stranded assets”, Financial
Times, 28-9-2015.
[2] Vid. N. Hume “Glencore takes a stand on its fossil fuel
reserves”, Financial Times, 30-4-2015.
[3]
Vid. C. Hodgson, “European energy groups seek €4bn damages over fossil fue
projects”, Financial Times, 21-2-2022.
[4]
Vid. “Governments should not foot the bill for stranded assets”, Financial Times,
The Editorial Board, 21-2-2022.