2 de febrero de 2022

“Ulises”: 100 años con Joyce, ¿y de “joie (de lire)”?

 

En una entrada reciente de este blog se recogía la siguiente aseveración acerca del grado de dificultad de la lectura de un libro: “Si leemos algo con dificultad, el autor ha fracasado. Por eso considero que un escritor como Joyce ha fracasado esencialmente, porque su obra requiere un esfuerzo”.

Sin duda, se trata de una manifestación muy categórica, que se presta a bastante controversia. Sin entrar en ella, lo paradójico es que la cita corresponde a una opinión expresada nada más y nada menos que por Jorge Luis Borges... Sobran los comentarios.

De la obra cumbre de ese autor denostado por el genio argentino, “Ulises”, se cumple el centenario de su publicación. Justamente tal día como hoy, en 1922, vio la luz una obra que James Joyce comenzó a escribir en Trieste en 1914 y finalizó en París siete años más tarde[1]. Un apreciable período de elaboración, que apunta tonos epopéyicos, a diferencia del escaso margen, de un solo día (16 de junio de 1904), dentro del que se desarrolla la odisea narrada en la obra conmemorada. Esa brevedad temporal, que no de páginas, no impide que, para un amplio número de lectores, completarlas llegue a ser también una odisea personal.

La que repetidamente ha sido declarada como una de las más grandes -si no, la más grande- novelas del siglo veinte sigue despertando, después de un siglo, pasiones encontradas. Basta con ver las contrapuestas opiniones expresadas en los comentarios a raíz de un interesante texto publicado hace poco en el diario Financial Times para hacerse una idea al respecto[2]. Uno de los participantes en el coloquio virtual llega a señalar que “he intentado unas 50 veces comenzar ‘Ulises’ y todas han sido intentos fallidos”, en tanto que otro dice que “el texto parece indescifrable a primera vista, pero si uno encuentra una guía adecuada la prosa es iridescente”.

En el artículo referido, el escritor Colm Tóibín destaca que “Ulises” representa la muerte de la perspectiva única, la de la voz del autor que todo lo conoce, y encarna el arma que inició una ola de escritura “modernista”. Asimismo, considera que “para los críticos literarios, es una bendición del cielo, llena de patrones y de juegos de palabras, parodias y referencias oscuras. Para el lector ordinario, tiene el mismo caché que el que tiene correr una maratón para un atleta ordinario. Es un desafío y luego, para quienes han leído el libro, una cuestión de orgullo”.

En palabras de Dan Mulhall, autor de “Ulysses: a reader’s odyssey”, la obra es también “una odisea a través del idioma inglés… es una odisea de carácter… pero es también una odisea a través de la vida del mundo a principios del siglo veinte”[3].

Otro lector del Financial Times expresaba la siguiente opinión: “'Ulysses' would be more widely appreciated if Joyce hadn't switched writing styles from chapter to chapter. Apparently, he believed that each style is like a lens through which to apprehend a never-to-be-completely-apprehended reality. But the biggest hurdle for this reader is his insistence on 'presenting' speech directly with little or no interpretive apparatus. Reading him is thus like fighting your way through a briar patch: slow, painful, and the rewards incommensurate with the effort”. Según parece, la “joie de lire” “Ulises” no está al alcance de cualquier “deportista” literario.

Tal vez el pulso autorizado de Stefan Zweig nos brinda una apreciación sugerente, en sus “Notas sobre ‘Ulises’ de Joyce”[4]. Después de unas “instrucciones de uso” que podrían insinuar una crítica demoledora posterior (“En primer lugar, apoye el libro sobre una superficie firme para no tener que sostener en la mano esta novela mastodóntica…”), y de negar su calificación como novela (“Es más bien un aquelarre de la inteligencia, un gigantesco capricho…”), acaba catalogándola como “una obra magnífica, fantástica, singular”, y pidiendo “respeto para esta novela apasionada, provocadora e inigualable”.

Si las percepciones siguen distantes entre quienes han intentado abordar la lectura de la obra, da la impresión de que se cumplirá la esperanza de Joyce de alcanzar la inmortalidad. Como señala M. Ellingham[5], los académicos, alentados por la existencia de diferentes ediciones, estarán entretenidos durante siglos en discutir lo que el autor realmente quería decir.




[1] Varios años antes, la novela había aparecido por entregas, aunque encontró algunas piedras en su camino, con incidencias que se prolongaron durante algún tiempo.

[2] Vid. Colm Tóibín, “Ulysses at 100: the birth of the modern”, Financial Times, 19-1-2022.

[3] Vid. J. Webber, “James Joyce enlivens Ireland’s uncomfortable centenaries”, Financial Times, 27-1-2022.

[4] Vid. S. Zweig, “Encuentros con libros”, Acantilado, Barcelona, 2020, págs. 228-233.

[5] “From ‘filthy book’ to literaty classic”, Financial Times, 19-1-2022.


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