Una de las
tendencias sociales más acentuadas en los últimos años es la polarización
política dentro de la sociedad, esto es, el ensanchamiento de las brechas entre
las posiciones ideológicas de los ciudadanos. La tolerancia respecto a las
opiniones y posiciones de otras personas se ha visto considerablemente mermada.
Los mensajes que suelen cruzarse en las redes sociales, no ya sólo en relación
con cuestiones específicas de matiz político, sino también sobre otras muchas
de carácter más general, son un buen termómetro. A raíz de la pandemia de la
Covid-19 muchas han sido las zonas de fricción y de controversia. Hasta cierto
punto es normal. Cuando surgen dificultades y problemas suelen aflorar
comportamientos no activables en épocas de bonanza.
Suele denominarse
“Polarización afectiva” al grado de animosidad que los seguidores de un partido
político sienten hacia los de otros partidos. Cuando ese grado es elevado puede
hablarse de “tribalismo político”. ¿Cómo ha evolucionado dicha polarización
afectiva a raíz de la pandemia de la Covid-19? ¿Se ha exacerbado como
consecuencia de las difíciles situaciones vividas y las controversias sobre los
cursos de acción recomendables? ¿O se ha atenuado ante la necesidad manifiesta
de sumar fuerzas para hacer frente a situaciones de suma gravedad? ¿Qué ha
ocurrido en España y en los países de nuestro entorno?
Una respuesta nos
la da un informe elaborado por el Centre for the Future of Democracy de
la Universidad de Cambridge[1]. Queda
reflejada en el gráfico adjunto: “Un año y medio después del inicio de la
pandemia del coronavirus, la polarización afectiva parece haber disminuido en
la mayoría de las democracias… especialmente entre los jóvenes (18-35 años)”
(op. cit., págs. 26-27). Como explicación se apunta la posibilidad de que la
experiencia de afrontar un desafío social compartido haya podido estimular un
mayor sentimiento de unidad y de propósito común: “Tal sentimiento compartido
ayuda a superar las diferencias en identidad y valores políticos” (pág. 27).
En el gráfico
podemos ver cómo en España ha disminuido relativamente poco la referida
polarización, si bien era ya uno de los que registraba (¿sorprendentemente?) un
nivel más bajo antes de la pandemia. Hay algunos casos llamativos sobre la escasa
disminución del índice, especialmente el de Estados Unidos, singularizado como
el país con mayor polarización y una nula variación a raíz de la pandemia.