Cuesta imaginar
cómo, hacia finales de los años veinte del siglo pasado, pudo levantarse
semejante coloso. La época era difícil y las condiciones socioeconómicas, aún
más, pero el esfuerzo mereció la pena para los artífices del gran imperio que
comenzaba a gestarse en la antigua Rusia. Ubicado en la orilla del río Moscova,
delante del Kremlin, se alza imponente la gigantesca mole. La Casa del Gobierno
era el mayor edificio de viviendas de Europa, con 505 apartamentos familiares,
combinados con espacios públicos y una amplia gama de equipamientos. En 1935, el
edificio tenía registrados 2.655 inquilinos. Su pertenencia a la élite comunista
no impidió que, en las décadas de 1930 y 1940, se desalojara “de sus
apartamentos a unos ochocientos inquilinos de la casa y a un número desconocido
de empleados… A todos los encontraron culpables de un modo u otro”. Así lo recoge
Yuri Slezkine en el prefacio de la obra “La casa eterna. Saga de la Revolución
rusa”. La Casa del Gobierno estaba, según se indica, en una zona baja llamada “la
ciénaga”.
Así arranca un
libro de más de 1.500 páginas que el autor divide en tres ramas: la primera,
consistente en una saga familiar de numerosos residentes en la mencionada Casa;
la segunda, analítica, centrada en los bolcheviques; la tercera, literaria,
dada la relevancia otorgada a la lectura, especialmente en la etapa inicial del
régimen.
El título
original de la publicación, aparecida en 2017, es “The House of Government”. Sin
embargo, la edición española lleva como título “La casa eterna”. Pese a ello,
el autor afirma, en la página 1.403, que “La era soviética no duró más de lo
que dura una vida humana”. A la vista de los acontecimientos en el mundo, quizás
no queda del todo claro cuál de las dos percepciones es la correcta.
Decía Manuel Vázquez Montalbán algo así como que le hubiese gustado ser el Papa y también el secretario general del PCUS. Lo primero, para saber si existía Dios; lo segundo, para saber si verdaderamente era factible el comunismo. Respecto a esta última duda, aunque existen otros partidos hermanos que siguen afianzados en el poder y pueden aportar su docto testimonio, la lectura de la magna obra de Slezkine puede resultar también bastante ilustrativa.