El museo de la procrastinación
fiscal tiene un sitio especial reservado para el impuesto sobre el gasto
personal. Desde luego, a casi nadie se le ocurriría buscar en él un sitio
relevante para el impuesto sobre la propiedad. Eso no impide constatar la
accidentada y controvertida historia de esta figura impositiva. Aun menos
sorprendente sería no encontrar rastros de ese tributo en países de inspiración
comunista, donde, por principio, no existe demasiado espacio para la propiedad
privada.
No obstante,
ante un modelo económico tan curioso como el que impera en China desde hace algunas
décadas, el hueco era palpable. Ya desde los primeros años del presente siglo
se venía planteando el establecimiento de un impuesto recurrente sobre el valor
de la propiedad inmobiliaria, con algunas experiencias piloto en los años
subsiguientes. En 2015 se incluyó en una iniciativa legislativa, pero la medida
no logró avanzar, ya que “la reforma, según parece, fue frenada por la oposición
de intereses atrincherados, incluyendo sin duda los de muchos funcionarios que
preferían no declarar sus propiedades, mucho menos pagar impuestos sobre ellas”[1].
Pero, en agosto
de 2021, el presidente Xi Jinping expresó el respaldo al impuesto “como parte
de su campaña para contener la riqueza excesiva y promover la ‘prosperidad común’”[2], dando
paso a su implantación gradual a través de esquemas piloto.
Pese a todo, son
diversas las cuestiones a dilucidar. En esta ocasión, “a pesar de informes de oposición
política, las probabilidades de que un impuesto nacional sea implantado son
mucho más altas que en intentos anteriores”, según la opinión, recogida por el
Financial Times, de un analista, que también señala que “la correlación entre
pertenencia al partido y propiedad de múltiples inmuebles es probablemente
bastante alta”. A su vez, un empresario afirma que “puesto que la clase que posee
la mayor parte de la propiedad es realmente la burocracia, lo más probable es
que el impuesto sobre la propiedad se convierta en una formalidad y, en última
instancia, no tenga ningún efecto real”[3].
Razón de más para complementar el estudio de la teoría de la imposición con las
perspectivas sociológica y política, entre otras.
[1] Vid. The Economist, “Housing
in China. The long wait for a tax everyone loves to hate”, 30-10-2021.
[2] Ibíd.
[3] Vid. E. White y T.
Hale, “China expands property tax trials in next step of ‘common prosperity’
drive”, Financial Times, 25-10-2021.