29 de diciembre de 2021

Economistas buenos vs economistas malos: la regla de Bastiat

Hace más de 170 años, Frédéric Bastiat dictó una regla para distinguir entre un mal y un buen economista. Aunque poco recordada hoy día, merece la pena reflexionar sobre ella. Recogida en un folleto publicado en 1850[1], venía a decir lo siguiente: “La diferencia entre un mal economista y uno bueno se reduce a que, mientras el primero se fija en el efecto visible, el segundo tiene en cuenta el efecto que se ve, pero también aquellos que es preciso prever”.

Establecía esa diferenciación después de aseverar que “En el ámbito económico, un acto, un hábito, una institución, una ley, no producen sólo un efecto, sino una serie de efectos. De éstos, únicamente el primero es inmediato, y dado que se manifiesta a la vez que su causa, lo vemos. Los demás, como se desencadenan sucesivamente, no los vemos; bastante habrá con preverlos”.

¿Quién dijo que era fácil el oficio de economista? ¿Qué proporción, de los muchos que se aseveran ejercer esa profesión, cumple el requisito establecido por Bastiat? ¿Y cuál la de aquellas personas que, sin pertenecer al gremio, adoptan decisiones económicas con relevancia social?



 



[1] “Lo que se ve y lo que no se ve”, en F. Bastiat, “Obras escogidas. Edición y Estudio preliminar de Francisco Cabrillo", Unión Editorial, 2020, pág. 47.


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