“¿Antes de que
hiele, o antes que hiele?”…
El empleo del
lenguaje ordinario se ve normalmente condicionado por algunos factores
inerciales producto de usos y costumbres más o menos extendidos. En ocasiones,
aunque la lógica nos debería llevar a huir de algunas expresiones
contradictorias en su significado, nos aferramos a ellas. Así, por ejemplo,
somos conscientes de que la utilización de una doble negación tiene sus
consecuencias, pero aun así nos resistimos a excluir una de ellas o a eludir
una palabra que implica la nulidad.
“No trajo nada de
su viaje”, recoge el Diccionario de la lengua española como ilustración del uso
del pronombre “nada”, que se define, sin embargo, como “ninguna cosa”. ¿Cómo
deberíamos interpretar, entonces, la frase entrecomillada: qué trajo del viaje?
Haciendo
abstracción de los cánones académicos, es interesante filosofar acerca de usos
lingüísticos que, a veces, parecen chocar contra posiciones lógicas. ¿Se debe “informar
que”, o “informar de que”? ¿Procede “excusar la asistencia”, o “excusar la
ausencia”?... ¿Es más correcto decir que “La actividad queda en suspenso hasta
que no se disponga de la autorización”, o que “La actividad queda en suspenso
hasta que se disponga de la autorización”? Curiosamente, la fórmula bastante frecuente
del “hasta que no” nunca se emplea cuando se trata de hacer referencia al
período que media hasta la ineludible e irreparable separación, la definitiva.
También algunas expresiones
adoptadas de otros idiomas pueden resultar, aparentemente, un tanto extrañas. ¿Por qué se dice “end-to-end”
como equivalente de “from the very beginning of a process to the very end"? Aunque quizás lo más extraño es que, en español, se emplee tal expresión, en lugar de "de principio a fin".
Recuerdo que, al
inicio de una de las novelas de Henning Mankell, un personaje planteaba la disyuntiva
entre “Antes de que hiele” y “Antes que hiele”. “Antes que llegue”, recoge como
ejemplo el Diccionario de la lengua española.
A pesar de no
tener un conocimiento significativo ni válido respecto al enorme arsenal actual
de la novela de intriga, albergo alguna duda de que haya llegado el sustituto
del añorado escritor sueco. Muchos lectores se quedaron helados, ya desde su
renuncia anticipada a dicho género. Tras intentar leer algunas piezas avaladas
por el éxito, tal vez la alternativa más recomendable sea volver a aquellas
páginas, antes de que sea demasiado tarde, ¿o antes que sea demasiado tarde?...
“Antes que de los sauces caigan las hojas”.