El mundo de las Bigtech
no se limita al pequeño ramillete de los colosales imperios de origen
estadounidense. También en China se han creado grandes compañías de base
tecnológica, como Alibaba y Tencent. Durante años, algunas de estas
corporaciones han captado miles de millones de dólares de inversores
extranjeros que han allegado sus fondos a través de vehículos interpuestos. Uno
de esos vehículos son las entidades de interés variable (EIV; VIE, por sus
siglas en inglés).
Sin embargo, el
gobierno chino planea poner en “listas negras” a aquellas compañías que
utilicen ese tipo de vehículos. Estos funcionan de la siguiente manera[1]: los
inversores extranjeros adquieren acciones de compañías chinas de tenencia de
títulos establecidas en “jurisdicciones especiales” (offshore). Tales
entidades tienen vínculos de participación con las empresas chinas y también
con sus fundadores, que dirigen los negocios (gráfico adjunto, tomado del
Financial Times).
Las VIEs han
permitido que grandes inversores canalizaran miles de millones de dólares de
distintos orígenes (family offices, fondos de pensiones, dotaciones de
universidades, fondos de inversión soberanos) hacia las start-ups chinas
relacionadas con Internet más prometedoras.
Según la
información disponible, los reguladores financieros chinos no pretenden que el blacklisting
afecte a las compañías que actualmente usan la estructura de los VIEs, sino asegurar
que “los futuros campeones nacionales críticos para la economía del país… no
acaben siendo dominados por accionistas extranjeros”.