Según parece, el
gobierno chino no ha acogido con especial agrado la “Cumbre por la Democracia”
(“Summit for Democracy”) organizada recientemente por la administración Biden. Los
mandatarios chinos mantienen la posición de que su país merece ser considerado
como “una de las grandes democracias del mundo” [1].
Como de lo “grande”
no hay quien lo pueda discutir en el caso del gigantesco país asiático, para
calibrar el grado de corrección de la anterior frase tendríamos que centrarnos
en si puede afirmarse que supera el test usual del carácter democrático.
Si acudimos al
Diccionario de la Lengua Española, el hecho de encontrarnos con distintas
acepciones de “democracia” no nos permite resolver inmediatamente la cuestión: i)
“Sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce
directamente o mediante representantes”; ii) “Forma de sociedad que reconoce y
respeta como valores esenciales la libertad y la igualdad de todos los
ciudadanos ante la ley”.
Tal vez la nota
de la “gran democracia china” no sea la misma respecto a cada una de las definiciones
anteriores, aunque el Diccionario nos ofrece también otra interesante
interpretación, circunscrita a la noción de “democracia popular”: “Sistema de
gobierno de las dictaduras comunistas”.
Pero sí sabemos que
esta última visión no es asumida por los gobernantes chinos y personas
allegadas, que, sin ningún tipo de complejo, sostienen que la hegemonía del
Partido Comunista Chino (PCCh) no es sinónimo de dictadura, sino de todo lo
contrario, de una democracia plena y efectiva. Un nuevo enfoque, basado en una “revolución
cultural” de gran calado viene a reinterpretar el concepto de democracia: la democracia
concierne, en última instancia, más a los fines que a los medios. La democracia
no debe ser definida por los procesos sino por los resultados en términos de
gobernanza[2].
Los éxitos en la
contención de la pandemia del coronavirus y en la construcción de infraestructuras
son esgrimidos por los seguidores y defensores del PCCh, quienes también ponen
de relieve cómo los sistemas democráticos occidentales fallan a menudo a sus
ciudadanos.
Además, sabemos
por experiencia, que los individuos no son siempre conscientes de lo que más les interesa o les conviene en cada momento. A veces, es muy necesario poder contar
con la clarividencia de algún gran timonel. Tras celebrar su primer centenario,
el coloso asiático trata de reforzar su línea argumental para formar parte de
pleno derecho, con reconocimiento internacional, del club de los países democráticos,
con distinguidas connotaciones: republicanas, populares y progresistas.
[1] Vid. T. Mitchell, “Beijing
derides Joe Biden’s summit and insists China is a great democracy”, Financial
Times, 10-12-2021.
[2] Vid. Mitchell, op .cit.