Hay libros que,
cuando los tenemos entre nuestras manos por primera vez, desprenden una magia
especial y, a medida que ojeamos sus páginas, sentimos un impulso irresistible
para dejarlo todo y dedicarnos por entero a su lectura. Uno de esos libros es
el último tratado de Steven Pinker sobre “Racionalidad” (Paidós, 2021). Lo es
por varios motivos: por el autor, por la importancia del tema, por el momento
que vivimos, por esa búsqueda perenne del porqué.
La simple lectura
del prefacio es un estimulante aperitivo de lo que podemos tener por delante en
las más de 500 páginas del texto, en el que las representaciones gráficas y los
ejemplos ilustrativos son un aliciente añadido.
“¿Cómo podemos
llegar a discernir el sentido del sinsentido? La pregunta es urgente”, dice con
toda razón el prestigioso profesor de la Universidad de Harvard. Según él, “Del
mismo modo que los ciudadanos deberían comprender los principios básicos de la
historia, la ciencia y la palabra escrita, tendrían que dominar las
herramientas intelectuales del razonamiento certero. Estas incluyen la lógica,
el pensamiento crítico, la probabilidad, la correlación y la causalidad, las
maneras óptimas de ajustar nuestras creencias y comprometernos con decisiones
con pruebas inciertas, y los criterios para tomar decisiones racionales tanto
en solitario como con otras personas”.
Algunos libros
son interesantes -única o adicionalmente- por las citas o por las referencias
que aportan. El de Pinker destaca también en esta faceta, en la que nos recuerda
una profunda reflexión de Bertrand Russell: “El hombre es un animal racional.
Eso es al menos lo que nos han contado. En el transcurso de mi larga vida he
buscado diligentemente pruebas en favor de esta afirmación, pero hasta ahora no
he tenido la fortuna de toparme con ellas”.
La lectura de
“Racionalidad” se antoja que puede ser un buen banco para someter a prueba la
racionalidad de la anterior expresión russelliana.