El
estatuto sobre el límite de la deuda pública fue aprobado en Estados Unidos
hace ya más de un siglo, en 1917, pero, salvo alguna excepción, no ha representado
un papel significativo en la política fiscal norteamericana hasta el año 2011[1].
La Budget Control Act (BCA) de 2011 topó la capacidad de gasto de la
autoridad presupuestaria durante cada año, con un montante fijo, de 2012 a
2021, en un intento de reducir el déficit[2].
En dicha norma se prevé un “embargo” (“sequestration”) con objeto de evitar un
incumplimiento del presupuesto anual. En este sentido, se establece el recorte
del gasto discrecional si, en cualquier momento, el gasto excede del tope
establecido, mediante el embargo automático de las partidas no exentas[3].
En la BCA, se contemplaban aumentos del techo de la deuda supeditados a la
obtención de ahorros de gasto.
La
BCA contiene un complejo juego de mecanismos. Tiene tres componentes que
afectan al presupuesto anual[4]:
i) un componente impone límites estatutarios al gasto discrecional anual, tanto
para las rúbricas de defensa como para las no de defensa; ii) un segundo
componente requiere reducciones anuales a los límites iniciales de gasto
discrecional, activadas por la ausencia de un acuerdo de reducción del déficit
por parte de un comité previsto en la BCA; iii) en tercer lugar, hay
reducciones adicionales automáticas del gasto obligatorio, activadas por la
misma ausencia de acuerdo de reducción del déficit.
Manuel
Conthe ha resumido de manera gráfica la situación: “… el Congreso ha mantenido
siempre un doble control de las finanzas públicas: debe aprobar no sólo el
Presupuesto federal y, con ello, el correspondiente déficit, sino también, de
forma separada, cualquier elevación del techo de deuda. Controla, pues, tanto
el grifo como el nivel máximo de agua de la bañera”[5].
A
pesar de que hay analistas que sostienen que el techo de la deuda es “letra
muerta”, y que las leyes reguladoras de los gastos y los impuestos deben tener
precedencia respecto a la limitación de la deuda[6],
lo cierto es que la política presupuestaria del gobierno federal estadounidense
se sigue viendo condicionada por esta disposición, de manera que incluso la
sombra del “default” emerge en el horizonte[7].
Tras haberse agotado el límite estatutario actual de deuda, de $28,5 billones,
el gobierno tendría problemas para hacer frente a sus obligaciones. La
secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha advertido de que, ya en el mes de
octubre de 2021, el gobierno carecería de recursos[8].
El “acantilado fiscal” (“fiscal cliff”) vuelve a vislumbrarse en el paisaje
cercano.
Para
The Economist[9], las
“amenazas rituales de daño económico autoinfligido de Estados Unidos son
únicas. Pero el techo de la deuda es una versión extrema de algo que muchos países
hacen”[10],
a través de reglas fiscales que pretenden abordar el problema de los “fondos
comunes”, esto es, “que los beneficiarios del gasto del gobierno ignoren los
costes impuestos sobre los contribuyentes y las generaciones futuras”. Sin
embargo, como señala el Financial Times, “el extraordinario riesgo de impago
supera la prudencia que, si acaso, el límite infunde”[11].
De
aplicarse estrictamente el techo establecido, y si el Tesoro atendiese los
pagos de intereses, el ajuste en el resto de los gastos sería mayúsculo, toda
vez que debería llegar al 40%[12].
Contrariamente
a lo que podría pensarse, el uso de la normativa sobre el techo de la deuda no
es monocolor en el plano político[13].
Tras un intenso proceso negociador en las cámaras legislativas, se ha alcanzado
un acuerdo para ampliar el techo de la deuda (en $480.00 millones) hasta el 3
de diciembre de 2021[14].
Un respiro no desdeñable, pero que no aleja en demasía el vértigo del
amenazante acantilado.
¿Podría
ser la acuñación de una macromoneda de platino, de $1 billón, como se ha
propuesto, un atajo para sortear el límite de la deuda?[15].
En cualquier caso, de no resolverse la amenaza, las consecuencias podrían ser
calamitosas[16].
(Artículo
publicado en EdufiAcademics)
[1] Vid. Congressional Research
Service, “Tech debt limit: history and recent increases”, 2 de noviembre de
2015.
[2] Dicha Ley venía a reformar la
“Balanced Budget and Emergency Deficit Control Act” de 1985. Vid. Public Law
112-25, 2 de agosto de 2011, pág. 241.
[3] Vid. Committee on the Budget,
“Summary of the Budget Control Act of 2011”, 3 de agosto de 2011; J. Guber, “Public
finance and public policy”, 6ª ed., Worth Publishers, 2019, págs. 155-156.
[4] Vid. Congressional Research
Service, “The Budget Control Act: frequently asked questions”, 1 de octubre de
2019.
[5]
Vid. “Metáforas de la bañera”, Expansión, 5 de octubre de 2021.
[6] Vid. N. H. Buchanan, “Bargaining in
the shadow of the debt ceiling: when negotiating over spending and tax laws,
congress and the president should consider the debt ceiling a dead letter”, 113
Colum. L. Rev. 32, 2013. Desde posiciones del Partido Demócrata se
defienden distintas opciones para dejar sin efecto el techo de la deuda. Vid. D. Mathews, “How Joe Biden
could end the debt celing – all by himself”, www.vox.com/policy-and-politics, 28 de septiembre de 2021.
[7]
El techo de la deuda representa el principal riesgo a la baja, a corto y medio
plazo, para la actual calificación crediticia (‘AA’) asignada a Estados Unidos.
Vid. D. Schen, “La crisis del techo de deuda recuerda por qué Estados Unidos ya
no es ‘AAA’”, Expansión, 30 de septiembre de 2021. Como recuerda este mismo
analista, “el único impago técnico de la deuda pública estadounidense en era de
posguerra se produjo en 1979, precisamente debido al uso partidista del techo
de la deuda”.
[8] The Economist, “America’s debt
ceiling is a disaster, though fiscal rules can help”, 25 de septiembre de 2021.
[9]
Op. cit.
[10]
Para el caso de la Eurozona, puede verse J. M. Domínguez Martínez, “El marco de
estabilidad presupuestaria en la UEM: el papel de las reglas fiscales”, Ensayos
y Notas 4/2021, EdufiAcademics, Edufinet.
[11] The Editorial Board, “The US debt
ceiling needs to be raised”, 30 de septiembre de 2021.
[12] Vid. W. Edelberg y L. Sheiner, “How
worried should we be if the debt ceiling isn’t lifted”, Brookings.edu.blog, 28
de septiembre de 2021.
[13] Vid. C. Caldwell, “Republicans’s
debt brinkmanship may be a winning strategy”, Financial Times, 4 de octubre de
2021.
[14] Vid.: L. Fedor, “Democrats seek to
avoid shutdown while the scramble on debt ceiling”, Financial Times, 30 de
septiembre de 2021; J. Politi, L. Fedor, y C. Smith, “Republicans and Democrats
grapple over short-term debt ceiling fix”, Financial Times, 7 de octubre de
2021; L. Fedor, E. Platt, y C. Smith, “Senate votes to raise US debt limit
until December”, Financial Times, 8 de octubre de 2021.
[15] Vid. The Economist, “#Mintthecoin.
Could a $1trn coin end America’s debt-ceiling showdown?”, 9 de octubre de 2021.
[16] Vid. The Economist, “Groundhog
days. Why can’t America quit flirting with financial ruin?”, 9 de
octubre de 2021.