10 de septiembre de 2021

La corrección del pensamiento: ¿el retorno de un régimen confesional?

 

Del semanario The Economist siempre me ha sorprendido su enorme agilidad y su extraordinaria capacidad de respuesta para, en cortísimos espacios de tiempo, dar cuenta, de forma detallada, incisiva, analítica y documentada, de los temas más variados que se suscitan cada semana en cualquier parte del mundo. Es algo realmente impresionante, lo que lleva a pensar en la gran maquinaria capaz de obrar ese milagro semanal.

Ese reconocimiento no quita, sin embargo, para advertir que, en el caso de tendencias manifestadas en hechos diseminados, no siempre identificables desde su inicio, no se observan las mismas pautas de celeridad para llamar a atención.

Aunque ha habido otras referencias previas, es en el primer número de septiembre de 2021 cuando se recoge un informe titulado “La izquierda iliberal”. En uno de los artículos, tras describir el proceso histórico de superación de los Estados confesionales, se señala que “algo extraordinario está ocurriendo en Occidente: una nueva generación de progresistas está reviviendo métodos que increíblemente se asemejan a los del Estado confesional, con versiones modernas de juramentos de lealtad y leyes de blasfemia”.

Entre las viejas tácticas ahora revividas se mencionan las siguientes: i) Imposición de la ortodoxia, ya no por una élite espiritual sino intelectual: ii) Proselitismo, impulsado por una vanguardia que proclama que la libertad de una persona para expresar sus opiniones acaba cuando comienzan los sentimientos (ungidos) de otras; iii) Expulsión de los herejes, a partir de un cumplimiento forzoso de los cánones ideológicos; iv) Prohibición de libros, cuando se consideren que encierran algún peligro; v) Credos, exigidos por algunas instituciones para poder formar parte de ellas; y vi) Blasfemia, con la creación de penas por delitos de opinión tipificados.

The Economist, tras una exposición de inquietantes supuestos observados en la realidad, tranquiliza al lector diciendo que “La analogía con el pasado tiene sus límites: nadie va a ser quemado en la hoguera”, si bien incide en que dicha analogía “es un recordatorio útil de que los valores liberales como la tolerancia no deben darse por descontados”.



Entradas más vistas del Blog