31 de agosto de 2021

¿Debe trabajarse (un poco) durante las vacaciones?

 

Ésta es la pregunta –“Should you work (a little) on your holiday?”- que da título a la columna “Bartleby” del número de The Economist de fecha 21 de agosto de 2021[1].

Quizás, antes de contestar la pregunta, habría que plantear lo siguiente: “Por favor, defina el término 'vacaciones'”. Dando por hecho que existen, total o parcialmente, a lo largo del mes de agosto, lo cierto es que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, al igual que las formas de trabajo, también han alterado potencialmente el alcance y la naturaleza de los supuestos períodos de descanso.

¿Puede realmente lograrse una “desconexión” total en esta era de flujos continuos de comunicación? En el artículo de The Economist se recomienda que los empleados de empresas estadounidenses (que trabajen en Estados Unidos) eviten remitir correos electrónicos a sus colegas en Europa durante el mes de agosto, a fin de ahorrarse ver la conocida respuesta automática de “try me again in September”.

No obstante, el autor cree que “es raro el empleado que abandona completamente su trabajo durante estos días. Muchas personas mirarán, al menos furtivamente, la bandeja de entrada de su correo mientras están en la playa. Todo el mundo ocasionalmente ha esquivado el trabajo. Ahora también muchos trabajadores están sorteando las vacaciones”. Hay experiencias para todos los gustos. Es verdad, como se señala, que antiguamente la vida en las oficinas tenía un carácter binario: estar o no estar en la oficina implicaba trabajar o no trabajar. Ahora la situación es muy diferente. Sin embargo, en algunas profesiones el cambio no ha sido tan radical. Para los profesores, sí respecto a las clases -presenciales o telemáticas, pero no respecto a las investigaciones o a la preparación de clases y de materiales docentes. No digamos para las figuras académicas exoneradas de “cargas” docentes.

Con carácter general, el debate, no ya sólo con relación a los períodos vacacionales, sino también en el caso de los fines de semana y las propias jornadas diarias, está servido: ¿debe haber un derecho a la desconexión digital total efectiva?, ¿debe ser de obligado cumplimiento?, ¿debe permitirse una graduación por parte de los afectados?...

En cualquier caso, no es lo mismo llevar a cabo un trabajo por obligación que por propia voluntad; tampoco, una actividad rutinaria que una actividad con algunas connotaciones liberadoras, de cambio de “chip”, o que responda a una hoja de ruta autónoma. Casi como un experimento, durante este mes de agosto pensé intentar maximizar el número de entradas en este espacio virtual, tratando de superar el mayor registro anterior. Aun sin estar premeditado, a medida que avanzaba el mes, a pasos agigantados, fue abriéndose paso la posibilidad de completar una por cada día. De manera un tanto imprevista, parece que se ha logrado esa pequeña meta simbólica: ¡(no) misión cumplida!

No han faltado, por supuesto, las connotaciones señaladas, pero he de reconocer que el proceso ha requerido más esfuerzo del esperado. Bastante más de un “poco”, si ha de contestarse la pregunta de arriba. A partir de ahora, en el supuesto de que siga con energías suficientes para ir rellenando este cuaderno personal de bitácora, será, desde luego, sin ningún tipo de objetivo cuantitativo.





[1] En la edición online; en la impresa aparece con el título “Nearly out of office”. Ignoro la razón por la que la revista utiliza títulos diferentes en uno y otro caso.

Entradas más vistas del Blog