10 de mayo de 2021

Test de stress sobre el cambio climático: un test que no se libra del stress

 

De manera plenamente justificada, el Banco Central Europeo (BCE) ha incluido dentro de su foco de atención los riesgos ligados al medioambiente y al clima. No en vano los costes económicos de los riesgos físicos y los riesgos de transición están adquiriendo una creciente importancia. Según análisis recientes, “los costes macroeconómicos de retrasar la acción demasiado tiempo son significativos y los bancos podrían verse adversamente afectados, particularmente en un escenario de riesgo de transición de un abrupto endurecimiento de las políticas dirigidas a mitigar el cambio climático[1]”.

Además de un amplio despliegue dispositivo y de expectativas supervisoras, el BCE está actualmente llevando a cabo un test de stress climático[2]. Sin embargo, desde posiciones que parten de considerar que esta práctica tiene sentido, “ya que el cambio climático es algo real y serio”, se señala que “los escenarios en los que se basa el BCE están obsoletos, lo que llama a poner en cuestión el ejercicio en su conjunto”[3].

Según un estudio realizado por un equipo de investigadores en Estados Unidos[4], los modelos utilizados sobrevaloran las emisiones de CO2 y el crecimiento económico. Así, se destaca que las “tendencias recientes (post-2005) y las proyecciones de perspectivas energéticas (hasta 2040) de las emisiones globales de CO2 son sustancialmente menores que las proyectadas por los escenarios base usados en los Informes de Valoración Quinto (AR5) y Sexto (AR6) del IPCC”[5].

Quienes están acostumbrados a manejar los ejercicios de resistencia del BCE saben que es habitual utilizar distintos escenarios con diferente grado de severidad. No obstante, en el caso que nos ocupa, R. Pielke, profesor de estudios medioambientales de la Universidad de Colorado, considera que “si las instituciones financieras han de afrontar tests de stress climáticos significativos, es imperativo que éstos se basen en la ciencia más actual y no en escenarios improbables”. Si hacemos caso del mensaje lanzado por el referido profesor, aparentemente la metodología del test de stress climático estaría recibiendo una dosis de su propia medicina.

Ser conocedor de alguna evidencia científica que concluye sobre la existencia de efectos medioambientales negativos algo menos intensos que los esperados es más tranquilizador que lo contrario, si bien ello no debe verse como una invitación a bajar la guardia ante un problema descomunal y claramente amenazante.

Para ilustrar la utilización de escenarios imperfectos, el profesor Pielke recuerda una curiosa y aleccionadora anécdota protagonizada por Kenneth Arrow. A pesar de su destacada especialidad académica, el Premio Nobel de Economía de 1972 actuó en una etapa como “arquero” que disparaba arriesgadas “flechas” hacia la diana de los pronósticos meteorológicos. Pero eso lo dejaremos, si acaso, para otro día…



[1] Vid. BCE, “ECB Banking Supervision: Assessment of risks and vulnerabilities for 2021”, enero 2021, pág. 6.

[2] Vid. Frank Elderson, “Greening monetary policy”, The ECB Blog, 13 de febrero de 2021.

[3] Vid. Roger Pielke, jr., “The ECB’s climate models are built on obsolete scenarios”, Financial Times, 9 de mayo de 2021.

[4] Vid. Matthew G. Burgess, Justin Ritchie, John Shapland, y Roger Pielke, jr., “IPCC baseline scenarios have over-projected CO2 emissions and economic growth”, Environmental Research Letters, 23 de diciembre de 2020.

[5] Vid. Burgess et al., op. cit., pág. 9.


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