No como pregunta, sino como
afirmación. Así figura literalmente en el título de un reciente artículo de
Martin Wolf: “Joe Biden’s $1.9tn package is a risky experiment” (Financial
Times, 23 de febrero de 2021). Para quien haya seguido el hilo de la línea
argumental desplegada durante años desde su apostolado económico con proyección
mundial no es fácil asimilar esa declaración, ante un paquete de medidas
presupuestarias que haría las delicias de los keynesianos más postulantes.
Es preciso leer detenidamente el
artículo para ver si hay gato encerrado. Aquél empieza con una pregunta
bastante lógica: “¿En qué medida un estímulo fiscal es demasiado?”. No es fácil zanjarla de antemano, pero, en
boca del editor económico jefe del influyente diario, resulta un tanto
desconcertante la siguiente advertencia: “Pero una cosa está clara: el hecho de
que se desplegara demasiado poco estímulo en 2009 no significa que uno mucho
mayor sea correcto hoy. La política económica debe ser juzgada por su adecuación
a las circunstancias actuales reconociendo al propio tiempo las incertidumbres y
el equilibrio de riesgos”.
No obstante, en la página siguiente
ya nos deja más tranquilos, al declarar que “No [tiene] ninguna objeción en
principio a un gran gasto presupuestario”, y evocar sus conocidas posiciones de
“antiausteridad”. Y no es que reniegue de sus convicciones doctrinales, sino
que considera que debe tenerse en cuenta que una pandemia es diferente a una
guerra o a una crisis financiera. No se destruye el capital físico y hay un
ahorro acumulado por un gasto que no ha podido realizarse, lo que, en su opinión,
debe condicionar el tipo de gastos a realizar. Se trata de argumentos
compartidos por otros dos eminentes keynesianos y partidarios de la
administración Biden, Larry Summers y Olivier Blanchard. El primero, difusor de
la idea del “estancamiento secular”, ha llegado a advertir de las proporciones
que puede alcanzar el déficit público en Estados Unidos.
Wolf, también un tanto
sorprendentemente, alerta del posible repunte de la inflación: “Algunos
analistas parecen ver un gran resurgimiento de la inflación como inconcebible,
porque no ha ocurrido durante mucho tiempo. Éste es un mal argumento. Muchos
pensaban en su día que una crisis financiera global era inconcebible porque no
había sucedido ninguna durante mucho tiempo. En los años 60 muchos consideraban
el incremento de la inflación de los 70 similarmente inconcebible”. En este
contexto, plantea aplicar un paquete más reducido ahora y proponer un gran
programa de inversión a medio plazo más adelante.
Quizás se hayan visto aplacados
sus temores al comprobar el nuevo plan de infraestructuras en Estados Unidos,
por un importe total de $2 billones, financiado con una subida del impuesto
sobre sociedades[1].
En todo caso, para despejar
cualquier duda, sostiene que el paquete de los $1,9 billones es un “experimento
arriesgado”, pero que puede tener éxito, lo que sería de enorme importancia: “Demostrar
que un gobierno activo puede proporcionar buenas cosas a la población es
esencial para la salud de la democracia estadounidense. Rezo para que la
apuesta de la administración Biden tenga éxito”. Sí, había gato encerrado.
[1] Vid. J. Politi, “Biden unveils $2tn infrastructure plan and big corporate tax rise”, Financial Times, 31 de marzo de 2021.