27 de diciembre de 2020

Knock-knock-knockin’ on… (true) heaven’s door

Para generaciones enteras, Bob Dylan ha sido un auténtico icono. Era una figura heterodoxa que rompía moldes. Dotado de un estilo propio inconfundible, sus canciones eran un símbolo de esperanza ante un mundo marcado por el conflicto y el desencanto; muchas de ellas, sentidas como banderas de libertad.

Su larga carrera profesional ha tenido múltiples reconocimientos, algunos un tanto desconcertantes. El otorgamiento del Premio Nobel de Literatura en 2016 es, sin duda, el más llamativo. No, no puede decirse que haya sido precisamente un personaje maltratado ni marginado por un sistema donde prevalecen los intereses comerciales. Sus mensajes estaban escritos en el viento, pero sus estrofas, sin que fuéramos totalmente conscientes, necesitaban de un salvoconducto pecuniario para convertirse en ondas sonoras.

Magnífico músico, con el tiempo desarrolló también otras facetas menos conocidas. Celoso guardián de los derechos de propiedad intelectual, a través de su extenso arsenal creativo fue gestando un activo financiero de enorme magnitud y, a la postre, él mismo se ha convertido en en un patrimonio comercializable en el denostado mercado.


Sus canciones serán una fuente de ingresos a lo largo de los próximos años, y él ha conseguido un suculento pago -cifrado en un contrato de nueve dígitos- a desembolsar por Universal Music, grupo que ha adquirido los derechos para su explotación.


En una curiosa canción adaptada publicada por The Economist (12-12-2020), encontramos algunos mensajes que tal vez habían permanecido ocultos: “… How many roads must a man walk down before you call him a financier? … That the live-performance industry is in severe recession? Yes, ‘n’ how many years can some people exist before they capitalise their ongoing revenues? The answer, my friend, is contained on p96 of the offer document”.


Durante mucho tiempo, Dylan estuvo llamando insistentemente a la puerta del cielo. ¿Habrá llegado a la puerta verdadera?


“The answer, my friend, is blowing in the wind”.

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