Por lo que se ve, el diario Financial Times no sólo dispone de una impresionante estructura de recopilación, elaboración y difusión de información, sino también de potentes equipos de investigación capaces de escudriñar los recovecos financieros más intrincados.
Una de las investigaciones llevadas a cabo ha puesto de relieve recientemente cómo, entre los años 2015 y 2019, bonos vinculados a compañías ligadas a la mafia italiana habían sido vendidos a inversores internacionales. Así se recogía en un artículo titulado “Italian mafia bonds sold to global investors” (Miles Johnson, 7 de julio de 2020). En este artículo se hace mención de un grupo calabrés (‘Ndrangheta), al que se atribuye un volumen de negocio de 44.000 millones de euros anuales.
La noticia no podía estar más cargada de alicientes, tanto desde el punto de vista del interés de los inversores como desde el de la mera curiosidad ante una nueva gama de productos. En el artículo mencionado se recoge lo siguiente: “The bonds were created out of unpaid invoices to Italian public health authorities from companies providing them with medical services”.
Dado que, como se explica en el artículo, según la legislación comunitaria, las facturas atrasadas a cargo de entidades públicas están sujetas a un tipo de interés penalizador, dichos instrumentos resultan atractivos para los vehículos de propósito especial, que forman cestas de activos y emiten bonos respaldados por los flujos de caja esperados de la futura liquidación de las facturas.
En definitiva, el esquema adoptado responde a un proceso típico de titulización de activos. Aunque este instrumento financiero acumula desgraciados episodios sobradamente conocidos, no hay, en principio, nada anómalo en su utilización. Las empresas acreedoras de las facturas logran liquidez y los inversores pueden adquirir títulos rentables y supuestamente seguros.
Además, las facturas tienen su origen, aparentemente, en un negocio legítimo, la prestación de servicios a instituciones sanitarias públicas.
El cronista del Financial Times reconoce que la mayoría de los activos titulizados eran legítimos, pero algunos provenían de compañías que luego se ha revelado estaban controladas por ciertos clanes del citado grupo calabrés. Otras referencias no hacen sino añadir dudas sobre el asunto.
Más detalles pueden encontrarse en otro reportaje publicado con fecha 10 de julio, “How mafia-backed bonds ended up circulating in the financial system”.
También en él se valida el esquema financiero, aunque se indica que “el dinero en este caso proviene predominantemente del saqueo del sistema de salud pública italiano”. Sin embargo, no aclara mucho más para poder discernir dónde y cómo se vulnera la legalidad. El problema parece que, en este caso, no radica en el circuito financiero sino en el lado real de la economía. El enigma no ha hecho más que comenzar.