15 de agosto de 2020

Algunos principios económicos del Eclesiastés

El Eclesiastés figura catalogado como uno de los “libros sapienciales” de la Biblia. El texto hace pleno honor a esa calificación, pues las reflexiones de Qohélet son un compendio de sabiduría del que pueden extraerse valiosas lecciones, como ésta: “la sabiduría es más provechosa que la necedad, como la luz aprovecha más que las tinieblas”.

Además de ingeniosas “reglas de vida”, sus escuetos párrafos contienen también algunos principios y razonamientos con conexiones económicas. He aquí algunos de ellos:

i.  El “efecto antilegado”: la reticencia a que los sucesores dinásticos del autor de las reflexiones, sin esfuerzo ni mérito algunos, llegaran a disfrutar de los frutos de sus actuaciones actúa como un desincentivo a la realización de proyectos que beneficiarían no sólo a los monarcas sino también al conjunto de la población.

ii. La exaltación del bienestar personal: nos encontramos también con la máxima de que “… el único bien del hombre es disfrutar y pasarlo bien en la vida”, lo que, en el marco de una filosofía hedonista, nos situaría en el camino de los indicadores basados en la felicidad más que en la producción nacional.

 iii. El componente anímico de las retribuciones: “el único bien del hombre es disfrutar con lo que hace: esta es su paga”.

iv. El principio de insaciabilidad, especialmente aplicable cuando se trata de dinero: “quien ama el dinero nunca se sacia”.

v.  El principio de la diversificación del patrimonio: hoy la diversificación de activos es un auténtico lugar común, aunque sea una pregunta fija en los cuestionarios sobre cultura financiera; no obstante, como se ponía de relieve en una entrada de este blog de fecha 6 de diciembre de 2018, nos podemos encontrar con algunas curiosas sorpresas cuando repasamos su consideración desde una perspectiva histórica. El principio aparece recogido claramente en el libro sagrado, si bien impregnado de algunas connotaciones un tanto crípticas: “Envía tu grano por el mar y después de cierto tiempo podrás recuperarlo. Divide lo que tienes en siete u ocho partes, pues no sabes la desgracia que puede sobrevenir en la tierra…[1]”.



[1] En la versión inglesa, la idea de invertir en proyectos diferentes aparece expresada de forma más nítida: “Invest in seven ventures, yes in eight; you do not know what disaster may come upon land”.

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