1 de junio de 2020

Day of the living Alesina


Leí los primeros trabajos de Alberto Alesina hacia finales de los años ochenta. Ya entonces el profesor José Manuel González-Páramo me comentó que aquel joven economista, nacido en Italia el año 1957, y arraigado en Harvard, era uno de los talentos emergentes. No se equivocó. Sus trabajos sobre la independencia de los bancos centrales para contener la inflación se convirtieron en una referencia clave en el panorama económico. Me fueron de gran utilidad en el proceso de elaborar un estudio sobre la financiación monetaria del déficit público. Alesina demostró que la inflación no siempre es sólo un fenómeno monetario; también puede serlo político.

Considerado el fundador de la moderna Economía Política, en numerosos trabajos incorporó la perspectiva institucional al análisis de los problemas económicos, a partir de un enfoque interdisciplinar. Quizás su origen italiano y la herencia de los grandes hacendistas italianos que incorporaron en sus postulados los componentes sociológico y político están detrás de su posicionamiento metodológico, esencial para la nueva andadura de la Economía. Firme partidario del mercado libre, no por ello se inhibió de los problemas de la desigualdad. Hace años anticipó el papel de la ideología en la polarización política, tal y como hoy lo estamos padeciendo.

Frente a la ola imparable de críticas contra la denominada política de austeridad presupuestaria, tuvo el arrojo de proclamar que determinadas políticas de ajuste presupuestario (especialmente las basadas en la vertiente de los gastos) pueden resultar exitosas con vistas a los objetivos de estabilización y de expansión económica. Eso le valió críticas exacerbadas, como la proveniente del Premio Nobel Paul Krugman -bien conocido en relación con el análisis de la crisis del euro y de España durante la Gran Recesión-, que llegó a ridiculizarlo en un artículo publicado en el diario New York Times (13-3-2013), con un título bastante significativo: “Night of the Living Alesina”.

A pesar de tales ataques, Alesina y su equipo siguieron investigando tan importante cuestión. Fruto de esa línea es el libro “Austerity. When it works and when it doesn’t”, escrito conjuntamente con Carlo Favero y Franceso Giavazi (Princeton University Press, 2019).

Hace unos días, en una revista especializada, vi un artículo dedicado al economista italiano. Pensé que se trataba de una valoración de su fecunda trayectoria investigadora o de alguna alusión a los posibles remedios ante la nueva crisis económica. Cuando, poco después, vi otro artículo en el que aparecían unas fechas en el encabezado, no tuve más remedio que admitir que se habían cumplido los peores augurios. Un fallo cardíaco había puesto fin abruptamente a la vida de ese gran economista, a la edad de 63 años. Una enorme pérdida para el conocimiento económico.

A modo de homenaje, me quedo con el testimonio de dos colaboradores suyos directos, Alias Papaioannou y Stefanie Stantcheva (“Alberto Alesina. A free-spirited economist”, Vox Cepr Policy Portal, 27-5-2020): “Pocos economistas han tenido el impacto gigantesco sobre nuestra disciplina como el que ha tenido Alberto Alesina. Bastantes pocos economistas escriben trabajos grandes e importantes. Sólo unos pocos realizan contribuciones innovadoras y transformadoras de su campo. Y sólo un puñado establecen nuevos campos. Alberto, el fundador de la moderna Economía Política, hizo justo eso”.

Simplemente el hecho de que un articulista tan incisivo y, habitualmente, con orientaciones bastante opuestas a las de Alesina como Martin Sandbu (“Alberto Alesina, economist, 1957-2020”, Financial Times, 29-5-2020), recoja una serie de testimonios de elogio, sin ni siquiera entrar a cuestionar la tesis de la “austeridad expansiva”, es todo un indicio del respeto ganado dentro de la profesión.

En este caso, afortunadamente, no se ha cumplido totalmente el pronóstico de Krugman. A pesar de la tristeza de su temprana pérdida, con su despedida no cae la noche. Alesina deja tras de sí amplias redes de jóvenes investigadores que, sin duda, continuarán su labor en provecho de una mejor ciencia económica. Y sus aportaciones seguirán arrojando luz para abordar el análisis de problemas sociales que requieren de algo más que complejos modelos matemáticos.

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