18 de abril de 2019

Un apartamento para disfrutar… un solo fin de semana al año: ¿merece la pena?

A la hora de disfrutar de los servicios de ocupación de una vivienda, ya sea habitual o con fines vacacionales, se suscita una elección fundamental: optar por la fórmula de la propiedad o por la del alquiler. Para la segunda de las finalidades apuntadas, la opción de recurrir a la oferta hotelera puede ser muy factible, pero, a los efectos aquí considerados, podemos hacer abstracción de ella, o incluso tomarla como equivalente o similar a la del alquiler.

La elección propiedad-alquiler, aunque a menudo se presenta llena de tópicos, no se presta a recetas simplificadoras. No puede enunciarse ninguna conclusión sin antes adentrarnos en un análisis exhaustivo de todas las condiciones y aspectos significativos.

Ahora bien, si alguien nos dice que el único uso que pretende dar a un apartamento es disfrutar un solo fin de semana al año, aparentemente la balanza parecería inclinarse claramente hacia la opción del alquiler. Así al menos se antoja a simple vista, si bien sin despreciar nunca la cautela de llevar a cabo un mínimo análisis con todas las variables en juego. Y en ese análisis no cabe desdeñar el valor de “bien de club” (posibilidad de disposición) que una persona pueda atribuir a la tenencia de un activo en propiedad.

Bien, sin más prolegómenos, un caso concreto en el que el propio interesado proclama que la tenencia de un apartamento con tales connotaciones le merece la pena nos la proporciona James Maxon, en un artículo publicado en el diario Financial Times (29-3-2019). Presentador de radio, él mismo se autodefine como experto en propiedades inmobiliarias, lo que no viene sino a añadir más interés. Eso sí, tampoco puede pasar desapercibido un detalle importante que aparece en el título del artículo: “Rich people’s problems: is my ski apartment worth it?”.

Otro detalle relevante es la necesidad, confesada por el referido presentador, de recuperarse del estrés y de la tensión de despertarse todos los días laborables a las tres y veinte de la mañana, para presentar un programa de radio.

¿Merece la pena gastarse 5.000 libras por pasar un fin de semana en la nieve, en Alpe d’Huez?

Maxon nos ofrece una contabilidad simplificada de los costes dinerarios en los que incurre para organizar su escapada, bien es verdad que sin derrochar en los vuelos. En concepto de viajes, bonos de esquí por tres días, alquiler de coche, y comidas, para dos personas, revela un coste de 1.500 libras. A este importe añade los de los servicios anuales del apartamento y los impuestos sobre la propiedad, partidas que, en su conjunto, ascienden a 3.500 libras. Así, en total, el coste de disfrutar del fin de semana de esquí se eleva a 5.000 libras (unos 5.800 euros).

El autor del artículo reconoce que mucha gente le plantea habitualmente que por qué no alquila el apartamento, con una vistas impresionantes de Los Alpes franceses. Es algo que desecha ante los inconvenientes que surgirían para un propietario ausente.

Pasando a la otra pregunta clave, la de recurrir al alquiler para una estancia tan corta, esgrime la confortabilidad de tener una estancia en la que todos los objetos estén en la disposición deseada, a la espera de la llegada de su propietario.

Y, cómo no, finalmente apunta un matiz en absoluto despreciable: “mi apartamento vale al menos tres veces más de lo que pagué por él (90.000 libras) hace casi 20 años. Así, realmente, mis vacaciones me salieron probablemente gratis. Si hay una cosa que agrada más a los ricos que una cosa barata, es una gratis”.

Ciertamente, la evolución del valor de una vivienda es un factor clave a la hora de evaluar la decisión de compra o de alquiler. Ahora bien, como bien saben muchas personas por experiencia propia, una cosa es el “valor en libros” de un apartamento y otra, el “valor efectivo de realización”. No obstante, si, como señala, puede conseguir 360.000 libras por el apartamento, incluso después de impuestos, quedaría un remanente para acomodar un buen montante de gastos. En cualquier caso, aparentemente se trata de una historia “ex post”. El análisis hay que hacerlo “ex ante”, aunque en verdad quizás esta sea una regla que no es de aplicación necesaria a los ricos.

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