5 de enero de 2019

El programa económico laborista: la revisión del modelo de propiedad empresarial

Hoy día, ante la multiplicidad de problemas que ha de afrontar la sociedad y la diversidad de propuestas de posibles soluciones, resulta cada vez más difícil trazar un perfil monolítico o monocromático asociado a las distintas posiciones teóricas a lo largo del espectro político. Seguramente haría falta especificar a priori una serie de dimensiones o categorías de cuestiones básicas, identificando distintos posicionamientos para cada una de ellas y especificando la construcción de un indicador de ubicación ideológica dentro de dicho espectro. Sabemos de antemano que puede haber grandes contradicciones en las preferencias de una persona respecto a los modelos estándares.

Las dificultades clasificatorias existen, pero, en numerosas ocasiones, las “preferencias reveladas” hacia personajes, estén vivos o no, caracterizados públicamente como representantes de una posición claramente marcada puede ayudar bastante en la tarea. Esto es especialmente útil en relación con los políticos, aunque una cosa es la catalogación ideológica, y otra el alcance y la orientación de las medidas aplicadas en el supuesto de que accedan al poder.

Un caso de estudio relevante en tal sentido es el del Partido Laborista británico. En el año 2015, tras un agitado proceso de elección interna, Jeremy Corbyn se alzó con el liderazgo de dicha formación política. Algunos analistas atribuyen su éxito, además de a la movilización de colectivos de jóvenes, a la participación en la votación de miles de afiliados bajo el impulso de las organizaciones sindicales. Las advertencias de algunas figuras tan significadas como Tony Blair no pudieron frenar la ola de respaldo a Jeremy Corbyn. El anterior primer ministro llegó a escribir en un artículo, publicado en agosto de 2015 en el diario “The Guardian”, lo siguiente: “Si Jeremy Corbyn se convierte en líder, el partido no sólo afrontará la derrota, sino la aniquilación. Parémoslo antes de que sea demasiado tarde… El partido camina con los ojos cerrados, con los brazos extendidos sobre el filo del acantilado, hacia las rocas puntiaguadas que están debajo”.

Sin embargo, después de todo lo acontecido en el archipiélago, y de lo queda por delante, las expectativas de acceder al número 10 de Downing Street sonríen al líder laborista. En cualquier caso, siguiendo la tradición británica, Corbyn no tardó en poner en marcha su “gobierno en la sombra”. Dentro de éste, la cartera de finanzas corresponde a John McDonnell, declarado admirador de Lenin y Trotski. Estas “preferencias reveladas” son de utilidad respecto a la tipificación previa antes aludida. Para valorar las medidas económicas planteadas debemos, sin embargo, acudir al documento donde quedan plasmadas (“Economics for the Many”), y, naturalmente, en su momento, a las que finalmente pudieran implementarse desde la esfera gubernamental.

El “chancellor” en la sombra prometió “un cambio irreversible en el equilibrio de poder y de riqueza en favor de la gente trabajadora”. Ahora bien, según The Economist [“The Labour Party, ¿Hasta la victoria?” (sic), 29-9-2018], el radicalismo del Partido Laborista no se encuentra en su política monetaria ni en la fiscal, que siguen siendo bastante convencionales (respecto a qué, cabría preguntarse, recordando la canción “Taxman” de Los Beatles, comentada no hace mucho en este blog), sino en la reformas estructurales.

En ese contexto, una de las propuestas estelares se centra en la estructura de la propiedad de las empresas societarias, sobre la base de los siguientes elementos: i) los trabajadores tendrían derecho a representación, en un tercio, en los consejos de administración de las empresas; ii) las compañías de más de 250 empleados estarían obligadas a transferir el 1% de sus acciones, hasta el 10%, a un “fondo de propiedad inclusiva”, gestionado por los sindicatos; iii) el personal tendría derecho a los dividendos derivados de tales acciones, con un tope de 500 libras (unos 555 euros) por empleado y año; iv) los dividendos por encima de dicho importe irían a parar al Estado.

Tras un repaso de los contenidos principales del documento “Economics for the Many”, Chris Giles (Financial Times, 25-9-2018), concluye que “si usted quiere un programa coherente de la nueva izquierda, éste no lo es. Si lo que quiere es una ventana hacia su mundo -el lenguaje que usa, las contradicciones que insiste deben ser aceptadas- ésta es una guía inestimable”.

A su vez, Neil Collins (Financial Times, 28-9-2018), centrándose en la medida relativa a las acciones de las sociedades, afirma que “hay más agujeros en la medida de los laboristas para dar acciones a los empleados que las que había en la trama de Bodyguard” (serie televisiva británica). Otras medidas anunciadas son la implantación de controles a la circulación del capital y una semana laboral de cuatro días.

Entradas más vistas del Blog