En el mes de octubre del año 2015, con motivo de la instauración del Día de la Educación Financiera en nuestro país, el Banco de España anunció la realización de una macroencuesta sobre las competencias financieras de la población española. El pasado 25 de mayo, dicha institución, conjuntamente con la CNMV, hizo público el informe (“Encuesta de Competencias Financieras 2016”), elaborado por Olympia Bover, Laura Hospido y Ernesto Villanueva, autores de rigurosos estudios sobre los programas de educación financiera.
El documento, de 63 páginas, constituye la referencia más completa y actualizada acerca de los conocimientos y competencias en el ámbito de la cultura financiera en España, además de ofrecer una valiosa información respecto a los hábitos financieros y otros aspectos de interés de la población adulta española (personas de edad entre 18 y 79 años).
El estudio se enmarca dentro de un proyecto internacional auspiciado por la OCDE, por lo que, con vistas a la medición del nivel de los conocimientos financieros se adoptan tres preguntas básicas ya tradicionales en los estudios internacionales. A su consideración, en una valoración inicial, van dedicadas estas líneas.
Lo primero que habría que señalar, después de ponderar la relevancia y la utilidad del informe, y de constatar el alcance de los cuestionarios internacionales, es que nos quedamos, en cierta manera, con la miel en los labios. Limitar a tres preguntas el círculo de los conocimientos financieros a contrastar, a pesar de ser la tendencia imperante, se nos puede antojar un producto muy dosificado a tenor del despliegue de una encuesta semejante. Sobre todo después de haber vislumbrado otros cuestionarios, utilizados en otros contextos, con mayores dotaciones de preguntas (“Educación financiera y planificación fiscal: un enfoque metodológico introductorio”, WP-02/18, Instituto de Análisis Económico y Social, Universidad de Alcalá). No obstante, esa cicatería derivada de la adecuación a los estándares internacionales se ve paliada con la inclusión de otras tres preguntas sobre conocimientos económicos, a las que también nos referiremos luego.
Las tres preguntas “estrella” sobre conocimientos financieros son las siguientes (págs. 11-12 del Informe):
Inflación
El documento, de 63 páginas, constituye la referencia más completa y actualizada acerca de los conocimientos y competencias en el ámbito de la cultura financiera en España, además de ofrecer una valiosa información respecto a los hábitos financieros y otros aspectos de interés de la población adulta española (personas de edad entre 18 y 79 años).
El estudio se enmarca dentro de un proyecto internacional auspiciado por la OCDE, por lo que, con vistas a la medición del nivel de los conocimientos financieros se adoptan tres preguntas básicas ya tradicionales en los estudios internacionales. A su consideración, en una valoración inicial, van dedicadas estas líneas.
Lo primero que habría que señalar, después de ponderar la relevancia y la utilidad del informe, y de constatar el alcance de los cuestionarios internacionales, es que nos quedamos, en cierta manera, con la miel en los labios. Limitar a tres preguntas el círculo de los conocimientos financieros a contrastar, a pesar de ser la tendencia imperante, se nos puede antojar un producto muy dosificado a tenor del despliegue de una encuesta semejante. Sobre todo después de haber vislumbrado otros cuestionarios, utilizados en otros contextos, con mayores dotaciones de preguntas (“Educación financiera y planificación fiscal: un enfoque metodológico introductorio”, WP-02/18, Instituto de Análisis Económico y Social, Universidad de Alcalá). No obstante, esa cicatería derivada de la adecuación a los estándares internacionales se ve paliada con la inclusión de otras tres preguntas sobre conocimientos económicos, a las que también nos referiremos luego.
Las tres preguntas “estrella” sobre conocimientos financieros son las siguientes (págs. 11-12 del Informe):
Inflación
Imagine que cinco hermanos reciben un regalo 1.000 €. Si comparten el dinero a partes iguales, ¿cuánto obtendrá cada uno?
Imagine ahora que los cinco hermanos tuvieran que esperar un año para obtener su parte de los 1.000 €, y que la inflación de ese año fuese del 1%. En el plazo de un año serán capaces de comprar: ¿más de lo que podrían comprar hoy con su parte del dinero, la misma cantidad, o menos de lo que podrían comprar hoy?
Tipo de interés compuesto
Tipo de interés compuesto
Supongamos que ingresa 100 euros en una cuenta de ahorro con un interés fijo del 2% anual. En esta cuenta no hay comisiones ni impuestos. Si no hace ningún otro ingreso a esta cuenta ni retira ningún dinero, ¿cuánto dinero habrá en la cuenta al final del primer año, una vez que le paguen los intereses?
De nuevo, si no hace ningún ingreso ni retira ningún dinero, una vez abonado el pago de intereses, ¿cuánto dinero habrá en la cuenta después de cinco años: más de 110 euros, exactamente 110 euros, menos de 110 euros, o es imposible decirlo con la información dada?
Diversificación del riesgo
Diversificación del riesgo
Por lo general, es posible reducir el riesgo de invertir en Bolsa mediante la compra de una amplia variedad de acciones. ¿Verdadero o falso?
La primera pregunta sobre conocimientos financieros se refiere a la inflación y, en puridad, cabría etiquetarla más bien como propia de los conocimientos económicos generales. Como ya hemos apuntado en otro lugar, resulta ciertamente difícil delimitar inequívocamente los dominios estrictos de la educación financiera y, en particular, respecto a los conceptos económicos. Está precedida de una pregunta de cálculo elemental, cuyo carácter selectivo o no para pasar a la cuestión temática no se indica. Un 58% de los encuestados responde correctamente que la inflación resta poder adquisitivo al dinero, pero no dejan de ser llamativos los porcentajes de quienes contestan de forma incorrecta (33%) o no contestan (9%). No cabe suponer que entre quienes optan por una respuesta incorrecta se encuentren personas que quisieran discriminar entre cestas de consumo específicas en función de sus diferentes índices de precios particularizados. Sí resulta curioso que el grupo que tiene un menor porcentaje de respuestas correctas sea el de los individuos menores de 35 años, que no han conocido procesos de inflación significativa. En cualquier caso, una tasa de inflación del 1% anual no tiene el mismo significado en todos los países, por lo que esta pregunta está adaptada al entorno económico de cada país. Los finlandeses y los estonios, con un 83% de acierto, obtienen la máxima nota entre los países europeos.
La pregunta relativa al interés compuesto está precedida de otra centrada en el cálculo del interés simple. Algo menos de la mitad de encuestados (46%) contesta correctamente que el saldo final superaría los 110 euros (se supone que al encuestado le queda claro que el cálculo se refiere a un período de 5 años desde el inicio, y no a partir del primer año antes referido). Como en otros casos encontrados en cuestionarios sobre educación financiera, en realidad esta segunda pregunta puede responderse sin conocer la noción de interés compuesto. La respuesta puede obtenerse con la aplicación de la aritmética elemental. En Europa, son los noruegos quienes, con un 65%, alcanzan un mayor porcentaje de aciertos en esta pregunta.
La última pregunta sobre conocimientos financieros concierne a la noción de diversificación del riesgo. Pese a contemplarse solo dos respuestas, verdadero o falso, llama la atención que el porcentaje de aciertos no llegue a la mitad (49%) y, especialmente, el elevado porcentaje de personas que no responden (27%). En este tipo de preguntas, que buscan contrastar el grado de conocimientos o competencias, puede surgir el problema de que las respuestas se vean condicionadas por una falta de conocimiento o de comprensión de los conceptos subyacentes. En este caso, la naturaleza de la acciones como instrumento financiero. Podría ocurrir que personas que responden erróneamente o no responden en relación con la diversificación de riesgos (ventajas de no concentrar las inversiones en un solo valor) cambiaran su respuesta si conocieran adecuadamente las características de las acciones. Una pregunta previa tendría quizás aquí una clara justificación. Esto afecta a un problema metodológico relevante en el diseño de preguntas tipo test. Tiene sentido emplear ese enfoque en la evaluación de una disciplina académica (para contestar una pregunta se considera que se deben conocer previamente otros conceptos), pero hay que adoptar cautelas en otros supuestos. En Europa, los franceses y los lituanos (con un 75%) parecen los más avezados en la diversificación de riesgos.
Las preguntas sobre conocimientos económicos generales son (págs. 23-24 del Informe):
Dinero en metálico
La primera pregunta sobre conocimientos financieros se refiere a la inflación y, en puridad, cabría etiquetarla más bien como propia de los conocimientos económicos generales. Como ya hemos apuntado en otro lugar, resulta ciertamente difícil delimitar inequívocamente los dominios estrictos de la educación financiera y, en particular, respecto a los conceptos económicos. Está precedida de una pregunta de cálculo elemental, cuyo carácter selectivo o no para pasar a la cuestión temática no se indica. Un 58% de los encuestados responde correctamente que la inflación resta poder adquisitivo al dinero, pero no dejan de ser llamativos los porcentajes de quienes contestan de forma incorrecta (33%) o no contestan (9%). No cabe suponer que entre quienes optan por una respuesta incorrecta se encuentren personas que quisieran discriminar entre cestas de consumo específicas en función de sus diferentes índices de precios particularizados. Sí resulta curioso que el grupo que tiene un menor porcentaje de respuestas correctas sea el de los individuos menores de 35 años, que no han conocido procesos de inflación significativa. En cualquier caso, una tasa de inflación del 1% anual no tiene el mismo significado en todos los países, por lo que esta pregunta está adaptada al entorno económico de cada país. Los finlandeses y los estonios, con un 83% de acierto, obtienen la máxima nota entre los países europeos.
La pregunta relativa al interés compuesto está precedida de otra centrada en el cálculo del interés simple. Algo menos de la mitad de encuestados (46%) contesta correctamente que el saldo final superaría los 110 euros (se supone que al encuestado le queda claro que el cálculo se refiere a un período de 5 años desde el inicio, y no a partir del primer año antes referido). Como en otros casos encontrados en cuestionarios sobre educación financiera, en realidad esta segunda pregunta puede responderse sin conocer la noción de interés compuesto. La respuesta puede obtenerse con la aplicación de la aritmética elemental. En Europa, son los noruegos quienes, con un 65%, alcanzan un mayor porcentaje de aciertos en esta pregunta.
La última pregunta sobre conocimientos financieros concierne a la noción de diversificación del riesgo. Pese a contemplarse solo dos respuestas, verdadero o falso, llama la atención que el porcentaje de aciertos no llegue a la mitad (49%) y, especialmente, el elevado porcentaje de personas que no responden (27%). En este tipo de preguntas, que buscan contrastar el grado de conocimientos o competencias, puede surgir el problema de que las respuestas se vean condicionadas por una falta de conocimiento o de comprensión de los conceptos subyacentes. En este caso, la naturaleza de la acciones como instrumento financiero. Podría ocurrir que personas que responden erróneamente o no responden en relación con la diversificación de riesgos (ventajas de no concentrar las inversiones en un solo valor) cambiaran su respuesta si conocieran adecuadamente las características de las acciones. Una pregunta previa tendría quizás aquí una clara justificación. Esto afecta a un problema metodológico relevante en el diseño de preguntas tipo test. Tiene sentido emplear ese enfoque en la evaluación de una disciplina académica (para contestar una pregunta se considera que se deben conocer previamente otros conceptos), pero hay que adoptar cautelas en otros supuestos. En Europa, los franceses y los lituanos (con un 75%) parecen los más avezados en la diversificación de riesgos.
Las preguntas sobre conocimientos económicos generales son (págs. 23-24 del Informe):
Dinero en metálico
¿Qué afirmación acerca del dinero considera correcta?: a) El dinero en metálico mantiene su valor cuando la inflación es elevada; b) El dinero en metálico hace más fácil comprar y vender bienes; c) El dinero en metálico hace que sea más difícil ahorrar; d) No sabe/no contesta.
Efectos de la inflación
Efectos de la inflación
¿Qué grupo se podría beneficiar más de un aumento inesperado de la inflación?: a) Un hogar que tiene una hipoteca a tipo de interés fijo; b) Un banco que ha concedido una hipoteca a tipo de interés fijo; c) Un hogar que vive de los rendimientos de activos de renta fija; d) No sabe/no contesta.
Producción de bienes y servicios
Producción de bienes y servicios
¿Quién determina qué bienes y servicios se producen en España?: a) Las empresas y los Gobiernos; b) Los consumidores y los Gobiernos; c) Las empresas, los consumidores y los Gobiernos; d) No sabe/no contesta.
También las preguntas sobre conocimientos económicos, aunque interesantes, nos parecen un tanto exiguas, de nuevo en el contexto de un estudio de una envergadura como el realizado. Sin que en modo alguno pueda entenderse como una crítica, la selección de este trío de preguntas y su formulación concreta podría ser objeto de algunas consideraciones.
Así, en el enunciado de la respuesta correcta a la primera pregunta (la opción b) no se menciona el término de comparación, como tampoco en la última opción; en realidad, tampoco respecto a la primera. Para un conocedor de estos conceptos lo anterior puede carecer de relevancia práctica, pero tal vez su omisión podría inducir algunas dudas en otras personas.
En la segunda pregunta se plantea qué grupo podría ser el mayor beneficiado ante un aumento inesperado de la inflación (opción a), cuando luego se especifican agentes individuales representativos. Por otro lado, la utilización implícita del “ceteris paribus” podría originar cierta confusión en algunos encuestados (¿qué se supone que ocurre en otros apartados que no se mencionan?). Asimismo, más que de beneficio podría ser más oportuno hablar de no perjuicio.
La última de las preguntas se centra en los agentes determinantes de los bienes y servicios producidos (opción c). Aunque solo sea por no dejar de hacer algún comentario, totalmente inocuo, cabría señalar que la denominación de “Administraciones Públicas”, en lugar de “Gobiernos”, podría ser más apropiada en el caso de España. Y, personalmente, quizás habría buscado otra forma de redactar la pregunta, que, en algún modo, evoca un cierto enfoque “orgánico” o “dirigista” en la adopción de las decisiones económicas.
En definitiva, bienvenida sea la “Encuesta de Competencias Financieras”, que está llamada a convertirse en una referencia imprescindible y de gran valor para el seguimiento del nivel de cultura financiera y de las pautas de comportamiento financiero de la población española. La consideración de la amplia batería estadística incorporada permite extraer importantes conclusiones sobre los comportamientos financieros de las personas adultas, desde diferentes perspectivas, e identificar aspectos clave para el diseño de acciones formativas en el campo de la educación financiera.
También las preguntas sobre conocimientos económicos, aunque interesantes, nos parecen un tanto exiguas, de nuevo en el contexto de un estudio de una envergadura como el realizado. Sin que en modo alguno pueda entenderse como una crítica, la selección de este trío de preguntas y su formulación concreta podría ser objeto de algunas consideraciones.
Así, en el enunciado de la respuesta correcta a la primera pregunta (la opción b) no se menciona el término de comparación, como tampoco en la última opción; en realidad, tampoco respecto a la primera. Para un conocedor de estos conceptos lo anterior puede carecer de relevancia práctica, pero tal vez su omisión podría inducir algunas dudas en otras personas.
En la segunda pregunta se plantea qué grupo podría ser el mayor beneficiado ante un aumento inesperado de la inflación (opción a), cuando luego se especifican agentes individuales representativos. Por otro lado, la utilización implícita del “ceteris paribus” podría originar cierta confusión en algunos encuestados (¿qué se supone que ocurre en otros apartados que no se mencionan?). Asimismo, más que de beneficio podría ser más oportuno hablar de no perjuicio.
La última de las preguntas se centra en los agentes determinantes de los bienes y servicios producidos (opción c). Aunque solo sea por no dejar de hacer algún comentario, totalmente inocuo, cabría señalar que la denominación de “Administraciones Públicas”, en lugar de “Gobiernos”, podría ser más apropiada en el caso de España. Y, personalmente, quizás habría buscado otra forma de redactar la pregunta, que, en algún modo, evoca un cierto enfoque “orgánico” o “dirigista” en la adopción de las decisiones económicas.
En definitiva, bienvenida sea la “Encuesta de Competencias Financieras”, que está llamada a convertirse en una referencia imprescindible y de gran valor para el seguimiento del nivel de cultura financiera y de las pautas de comportamiento financiero de la población española. La consideración de la amplia batería estadística incorporada permite extraer importantes conclusiones sobre los comportamientos financieros de las personas adultas, desde diferentes perspectivas, e identificar aspectos clave para el diseño de acciones formativas en el campo de la educación financiera.