14 de septiembre de 2017

La austeridad ha muerto. Larga vida a la austeridad

A mediados de junio de este año, el diario Financial Times publicada un artículo justamente con este título. Ya de por sí resultaba un tanto raro encontrarse con semejante mensaje en dicho medio, rodeado de una fama de liberal, pero en el que predomina una defensa de las políticas keynesianas. Aún mas extraño era que el artículo estuviera firmado por Martin Wolf, comentarista económico jefe, erigido en auténtico azote de las denominadas políticas de austeridad presupuestaria a lo largo de los últimos años.

Si todos los artículo escritos por Martin Wolf son interesantes, en el referido concurría además el atractivo de constatar un posible enigmático viraje programático. Por eso merece la pena detenerse en su contenido.

Parte Wolf de recordar que la sociedad inglesa está cansada de la austeridad, lo que en parte puede explicar el ascenso electoral del Partido Laborista con Jeremy Corbyn a la cabeza, quien había efectuado generosas promesas de ampliación de los programas de gasto público y del déficit presupuestario. Las políticas aplicadas desde 2010 han permitido reducir el déficit público del Reino Unido desde el 9,2% al 2,5% del PIB, a través esencialmente de ajustes en la vertiente del gasto público. Indiscutiblemente, una política contractiva, de reducción del impulso fiscal, aunque pueda ser bastante más discutible utilizar la etiqueta de la austeridad mientras se genera un déficit en las cuentas públicas.

Posteriormente, Wolf llega a afirmar que “tiene sentido incurrir en un déficit aún más pequeño cuando la deuda es alta y la economía está cercana al pleno empleo. El objetivo sería buscar un seguro frente a cualquier perturbación que pueda sobrevenir, reduciendo la ratio de la deuda”.

En su opinión, la elevación del nivel de gasto público puede ser una opción legítima y viable, pero el mayor gasto debe ser de alta calidad y estar financiado por una imposición efectiva y eficiente. Subraya que es necesaria la honestidad: “el país puede elegir aumentar el gasto. Pero, si desea tener una política fiscal adecuada, esto significará impuestos sustancialmente más altos. Los laboristas han roto el tabú sobre esto último. Pero de manera deshonesta ha sugerido que un aumento sustancial del gasto puede ser financiado únicamente a expensas de los ricos y los corruptos. Pero incluso los impuestos sobre las sociedades no recaen solo, ni incluso principalmente, sobre los ricos”.

Toda una declaración de principios, haciendo un uso del realismo presupuestario y fiscal, que puede ser de gran utilidad para la discusión sobre la política presupuestaria en otros entornos.

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