Después de citar a Tocqueville (“Toda vez que
el pasado dejó de arrojar su luz sobre el futuro[1], la mente del hombre vaga
en la oscuridad”), Hannah Arendt[2] rescata un texto de Kafka,
una parábola, a la que, como a otras este autor, atribuye “el poder de los
rayos X para dejar al desnudo [la] estructura interna [de los procesos ocultos
de la mente]”: “[Él] Tiene dos enemigos: el primero le amenaza por detrás,
desde los orígenes. El segundo le cierra el camino hacia adelante. Lucha contra
ambos. En realidad, el primero le apoya en su lucha contra el segundo, quiere
impulsarle hacia adelante, y de la misma manera el segundo le apoya en su lucha
contra el primero, le empuja hacia atrás. Pero esto es solamente teórico.
Porque aparte de los adversarios, también existe él, ¿y quién conoce sus
intenciones? ...”.
Según Arendt, “el enigma de Kafka … consiste en
principio en una especie de inversión pasmosa de la relación establecida entre
experiencia y pensamiento”. Aseveraba que el “pasado, que remite siempre al
origen, no lleva hacia atrás, sino que impulsa hacia delante y, en contra de lo
que se podría esperar, es el futuro el que nos lleva hacia el pasado”.
Cuando escribía sus ensayos, decía que el
enigma estaba aún por resolver. Quién sabe como estará ahora, pero, por si
acaso, ahí va otro elemento: ¿qué ocurre cuando las dos fuerzas se las arreglan
para actuar en la misma dirección, cuando el futuro no se ve más que como una
entelequia?
[1]
Aunque, a veces, son el pasado y el presente de un país los que arrojan luz,
que puede ser luminosa o tenebrosa, sobre el futuro de otros países.
[2]
“Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política”,
1954 (Austral, 2022).