Entre los múltiples
pronósticos efectuados en el curso de la pandemia de la Covid-19, uno de los más frecuentes,
y aparentemente incuestionable, era el del freno del proceso de globalización y
la entrada en una fase de reversión de las tendencias de las últimas décadas. Diversos
factores sostenían ese vaticinio. Pueden destacarse el temor a la dependencia económica ante
otros episodios de crisis, las limitaciones de movimientos derivadas de las
pautas sanitarias y del cambio de comportamientos, el avance de los
nacionalismos y la influencia de fuerzas políticas populistas.
La pandemia
originó una disrupción en el circuito económico, acarreando una descomunal contracción
económica, acompañada de un retraimiento de todos los flujos económicos,
nacionales e internacionales. Con algunos altibajos, desde mediados del siglo
veinte, los movimientos de bienes, servicios, capital, información y personas a
través de las fronteras han venido creciendo sostenidamente, con especial intensidad
en las últimas décadas.
Según el DHL
Global Connectedness Index (GCI), elaborado por la NYU Stern, la globalización
se vio afectada negativamente a raíz de la crisis de 2007-2008 y, de manera más
acusada, como consecuencia de la pandemia del coronavirus. Los gráficos
adjuntos, tomados de dicha publicación, permiten constatar las tendencias
reseñadas.
Sin embargo, a
tenor de los indicadores más recientes disponibles, no se confirma el pronóstico
mencionado al principio. Se aprecia, por el contrario, un repunte de los flujos
de globalización[1].
¿Qué es lo que ha
hecho que hayan errado los analistas?, se pregunta Robert Salomon (op. cit.): “No
entendieron la resiliencia y la naturaleza de cambio lento de las instituciones
políticas, económicas y sociales que respaldan las tendencias existentes”. En
su opinión, “la globalización ha resistido hasta ahora las recesiones, una
pandemia y el nacionalismo político”. A menos que se produzcan cambios en la acción
política que erosionen la confianza en el multilateralismo y socaven las
institucionales multilaterales, unidos al desacoplamiento de las economías del
mundo y a cambios significativos en el sentimiento social, “cabe esperar que
las tendencias de globalización continúen, aunque quizás a una tasa ligeramente
más baja”.
[1] Vid. R.
Salomon, “How the world stays open for business”, Financial Times, 18 de
octubre de 2021.