11 de octubre de 2018

Enfoques de la docencia: el conocimiento en acción

Andreas Schleicher, director del departamento de Educación de la OCDE, ha visitado recientemente España. Sus planteamientos acerca de los programas educativos, y la forma de organizar y desarrollar la enseñanza son siempre de gran interés. De ellos pueden extraerse instructivas lecciones, como he tenido ocasión de señalar en alguna ocasión (“Lecciones para educadores”, diario “Sur”, 22-10-2013).

Sus puntos de vista sobre cuestiones relevantes de la educación, con motivo de su última visita a España, han sido recogidos en entrevistas publicadas en distintos medios de comunicación, como el diario “El País” (10-10-2018). Una de las manifestaciones más significativas contenidas en dicha entrevista, realizada por Elisa Silió, concierne al proceso de adquisición del conocimiento. Concretamente, en relación con los resultados del PISA, señala que de éstos se derivaría una crítica a España “por centrarse en la reproducción del conocimiento. Los españoles son los mejores en recordar hechos, cifras… pero flojean en el pensamiento creativo, en resolver problemas o en aplicar conocimientos a situaciones nuevas”.

No voy a entrar ahora a referirme a la metodología que, dentro de ese enfoque, he tratado de llevar a cabo a lo largo de mi trayectoria docente, y que he plasmado en diversos textos. El ejercicio de la docencia tiene escaso reconocimiento, más allá de las apreciaciones que puedan tener sus destinatarios, pero tiene la enorme ventaja de disponer de bastante autonomía para ajustar los contenidos, adaptar la forma de transmitirlos, y fomentar el pensamiento crítico. Por supuesto, una cosa es lo que uno pretende y otra lo que consigue, en el marco específico en el que ha de desenvolverse.

La lectura de la entrevista invita a diversas reflexiones; en mi caso, además, me lleva a evocar un agudo contraste de perspectivas docentes, la ya mencionada y la sostenida por la directora del centro al que asistí en una primera etapa del ciclo educativo. Entre otras materias, aquella directora impartía las clases de Historia, bajo unas premisas muy claras y contundentes. De manera muy solemne, postulaba que la clave para su estudio radicaba simplemente en recordar “fechas, reyes y batallas”. 

Al cabo de los años, a partir de las vivencias, de uno y otro lado del aula, cada vez me queda más patente la trascendencia de la herencia -traducida en activos o en pasivos netos- que dejan quienes ejercen las responsabilidades docentes.

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