Nació “Tiempo Vivo” en este espacio blogístico
hace siete años, recuperando el nombre del utilizado en la zona blocística
del efímero Ymálaga, proyecto de comunicación que no continuó su marcha
tras la prematura y dolorosa despedida de Paco Rengel. En la primera entrada se
explicaban las connotaciones de esa denominación y las razones para su
adopción.
Sin pretender hacer balance de esta etapa de
siete años y un mes, sí he de reconocer que las expectativas personales -por
motivos que no soy capaz de explicar- se han visto desbordadas ampliamente,
aunque sólo sea en la vertiente oferente meramente numérica. Incluso en algunas
notas conmemorativas se especulaba sobre algunas circunstancias que podían
rodear el proceso de construcción narrativa. Aun a sabiendas de que los textos
apenas encontraban destinatarios, el mantenimiento del flujo de apariciones sí
que podía llegar a causar sorpresa. No voy a repetir ahora las motivaciones que
pueden impulsar el hacer de quienes están impregnados del espíritu primario de
escritor. En cambio, no quiero dejar de reiterar mi agradecimiento a quienes,
con su lectura absolutamente minoritaria, han dado un soplo de vida a las
composiciones.
Tampoco puedo negar la función utilitarista
que, a modo de pequeña biblioteca personal, con asistente de búsquedas
incorporado, ha tenido para el propio autor. Agradecimiento extensivo, por
tanto, al gigante tecnológico que posibilita la herramienta, y, cómo no, muy
especialmente, a FJC, quien pacientemente, ha ido trasladando a papel el
contenido de las más de 1.200 entradas que ahora, insospechadamente, se
acumulan.
Durante esta etapa, ha habido algunos
contratiempos técnicos, especialmente en relación con la comunicación a los
escasos seguidores, respecto a la traslación de las sucesivas apariciones.
Ahora, un buen conocedor de las herramientas digitales me recomienda que
utilice una aplicación específica para blogs llamada Substack, que, al
parecer, contiene unos canales de comunicación propios. Sin mucho conocimiento,
ni convencimiento, comenzaremos una nueva andadura en ese espacio bajo el
emblema de “Ecoalborania”.
El tiempo, siempre vivo por naturaleza, no
admite treguas, pero quizás permita que la hagamos en este recóndito paraje
cibernético. Aunque, tal vez, sea una oportunidad para dar por concluida esta
experiencia comunicacional que puede llegar a convertirse en una presionante
autoexigencia.
Trataremos, no obstante, de comenzar el nuevo
cuaderno de bitácora en la navegación por las aguas tranquilas, aunque a veces
levantiscas, de un mar que forma parte de nuestras vidas.
A lo lejos, refulgen las aguas bajo el sol de
la mañana. La mer, la mer, toujours…