15 de octubre de 2020

La transparencia de los gobernantes: lecciones del pasado para la era digital

 

En verdad no sé cuál de estas dos cosas es más sorprendente: (i) que, a mediados del siglo XVII, un primer ministro se preocupara por la contención de los costes de la casa real y lo transmitiera al soberano, o (ii) que haya quedado registro de las conversaciones privadas entre ambos mandatarios.

Según ilustra Richard Ovenden (“Ephemeral messages remove scrutiny from government”, Financial Times, 13-10-2020), en los archivos de la Oxford’s Bodleian Library pueden consultarse los mensajes privados cruzados entre los dos personajes en cuestión, el Rey Charles II y Edward Hyde, conde de Clarendon. Ante un corto viaje, de uno o dos días de duración, planteado por el primero para visitar a su hermana, el segundo manifiesta su suposición de que no haría falta un gran despliegue de medios. La respuesta del Rey fue la siguiente: “I intend to take nothing but my night bag”, lo que provocó una airada reacción del Ministro: “God, you will not go without 40 or 50 horse” (sic). “I counte that parte of my night bag”, sentenció el monarca.

Richard Ovenden es presidente de la Digital Preservation Coalition, que propugna catalogar las comunicaciones de cualquier tipo realizadas por los gobernantes como registros públicos, y disponer de una estructura que permita la preservación y el acceso a tales documentos.

Dicha propuesta parte de la constatación de que, hoy día, los mensajes privados de las personas que están presentes en los escalones internos de los asuntos públicos son mucho más efímeros que los de sus predecesoras del siglo XVII. A su entender, el mundo de comunicaciones encriptadas que pueden usarse fácilmente a través de los smartphones (aquéllos, se entiende, que puedan protegerse de ser intervenidos de algún modo) deja a los historiadores de mañana con grandes lagunas. Y, lo que es peor, hace que el trabajo de los funcionarios, cargos públicos y colaboradores no pueda ser conocido por el público al que deben servir. Para Ovenden, la utilización de las comunicaciones digitales debe ser un asunto de preocupación para todos los ciudadanos cualquiera que sea su inclinación política.

En el artículo se hace eco de una proposición presentada por un parlamentario (Dominic Grieve) en la que se insta a esa “disclosure” integral, que comprenda comunicaciones formales e informales, escritas y electrónicas, incluyendo servicios de mensajería, así como el uso de teléfonos móviles oficiales y personales… Todo sea por la causa, por la “propriety in government”, por la “decencia en el gobierno”. En la defensa de su proposición (9-9-2019), Dominic Grieve, que ocupó el puesto de fiscal general, hace hincapié en la “necesidad de ser visto en todo momento actuando con manos limpias”.

En los tiempos que corren serían especialmente apreciables gobernantes de un estilo -a pesar de su paradójica e inoportuna fonética- “Hyde”, que tal vez encarna una especie un tanto exótica, pero cuyas virtudes contrastadas, al menos en el episodio reseñado, de transparencia y de frugalidad en el uso de recursos públicos, deberían ser fomentadas.  

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