En verdad no sé cuál de estas dos
cosas es más sorprendente: (i) que, a mediados del siglo XVII, un primer
ministro se preocupara por la contención de los costes de la casa real y lo
transmitiera al soberano, o (ii) que haya quedado registro de las conversaciones
privadas entre ambos mandatarios.
Según ilustra Richard Ovenden (“Ephemeral messages remove scrutiny from
government”, Financial Times, 13-10-2020), en los archivos de la Oxford’s Bodleian Library pueden
consultarse los mensajes privados cruzados entre los dos personajes en cuestión, el
Rey Charles II y Edward Hyde, conde de Clarendon. Ante un corto viaje, de uno o
dos días de duración, planteado por el primero para visitar a su hermana, el segundo
manifiesta su suposición de que no haría falta un gran despliegue de medios. La
respuesta del Rey fue la siguiente: “I
intend to take nothing but my night bag”, lo que provocó una airada
reacción del Ministro: “God, you will not
go without 40 or 50 horse” (sic). “I
counte that parte of my night bag”, sentenció el monarca.
Richard Ovenden es presidente de
la Digital Preservation Coalition,
que propugna catalogar las comunicaciones de cualquier tipo realizadas por los gobernantes
como registros públicos, y disponer de una estructura que permita la
preservación y el acceso a tales documentos.
Dicha propuesta parte de la
constatación de que, hoy día, los mensajes privados de las personas que están
presentes en los escalones internos de los asuntos públicos son mucho más
efímeros que los de sus predecesoras del siglo XVII. A su entender, el mundo de
comunicaciones encriptadas que pueden usarse fácilmente a través de los smartphones (aquéllos, se entiende, que
puedan protegerse de ser intervenidos de algún modo) deja a los historiadores
de mañana con grandes lagunas. Y, lo que es peor, hace que el trabajo de los
funcionarios, cargos públicos y colaboradores no pueda ser conocido por el
público al que deben servir. Para Ovenden, la utilización de las comunicaciones
digitales debe ser un asunto de preocupación para todos los ciudadanos
cualquiera que sea su inclinación política.
En el artículo se hace eco de una
proposición presentada por un parlamentario (Dominic Grieve) en la que se insta
a esa “disclosure” integral, que
comprenda comunicaciones formales e informales, escritas y electrónicas,
incluyendo servicios de mensajería, así como el uso de teléfonos móviles
oficiales y personales… Todo sea por la causa, por la “propriety in government”, por la “decencia en el gobierno”. En la defensa de su proposición
(9-9-2019), Dominic Grieve, que ocupó el puesto de fiscal general, hace
hincapié en la “necesidad de ser visto en
todo momento actuando con manos limpias”.
En los tiempos que corren serían
especialmente apreciables gobernantes de un estilo -a pesar de su paradójica e
inoportuna fonética- “Hyde”, que tal vez encarna una especie un tanto exótica,
pero cuyas virtudes contrastadas, al menos en el episodio reseñado, de
transparencia y de frugalidad en el uso de recursos públicos, deberían ser fomentadas.