1 de mayo de 2019

Retribuciones de los tenistas de élite: la controversia continúa

La carrera profesional de Rafael Nadal está jalonada de una nutrida colección de registros impresionantes, muchos de ellos inverosímiles si no figuraran certificados en los archivos estadísticos e inmortalizados en crónicas e imágenes. Sus virtudes y cualidades como deportista, en el más amplio sentido de la palabra, son inconmensurables; como lo son sus gestas, capaces de agotar los términos expresivos de la mayor admiración.

Tiene también un lado humano que exhibe en más contadas ocasiones, como aquellas en las que se posiciona ante temas más o menos controvertidos. Suele hacerlo con mesura, respeto y sensatez, acorde con su estilo. A veces ni siquiera rehúye cuestiones ásperas en las que él mismo pueda estar involucrado. Tal es el caso de los niveles retributivos de los tenistas de élite y de las diferencias existentes entre hombres y mujeres.

Según se desprende de las declaraciones recogidas por algunos medios de comunicación con fecha 27 de abril de 2019, Nadal se decanta claramente por cuestionar la base conceptual de la denominada brecha salarial de género. Desde su punto de vista, el sexo debe concebirse como un elemento irrelevante en la configuración de las compensaciones económicas, que deben venir determinadas por el esfuerzo y el rendimiento de cada persona, con independencia de que sea hombre o mujer.

A la referida brecha de género he dedicado alguna entrada en este blog. Asimismo, tenía previsto escribir otra acerca de las exorbitantes remuneraciones de algunos deportistas profesionales, que, según algunas interpretaciones, no estarían plenamente justificadas. El razonamiento utilizado es que han sido las nuevas tecnologías y la configuración de un mercado global lo que han posibilitado el cobro de tales percepciones, sin que realmente realicen un mayor esfuerzo que los deportistas de épocas pasadas, quienes actuaban en mercados muy reducidos. Sin duda, se trata de un aspecto interesante para el análisis económico y el establecimiento de la política impositiva, que queda para mejor ocasión.

Ahora simplemente procede apuntar que, más allá de los argumentos esgrimidos antes mencionados -como cualesquiera otros, sujetos a discusión-, lo preocupante del episodio comentado, y que no puede pasar desapercibido, ha sido la reacción de alguna deportista en el sentido de invitar al as español a inhibirse y abstenerse de opinar sobre la cuestión de las diferencias retributivas. Punto, juego, set y partido.

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